Fue un lugar inesperado, un momento el cual no es común en mi rutina, fue un día único, esos que hacen cambiar el diario, fue ese día el que tocó vernos una última vez.
Eras tú, la chica quien día a día he estado pensando, la chica la cual ronda mis sueños cada noche, esa quien aún hasta ese momento tenía cautivado a mi corazón, la chica por quien siempre esperé y volví a ver, sólo que esta vez era diferente, era lo que menos esperaba, esta vez estabas acompañada.
Fue ese justo momento en que todo este tiempo pasó por mis ojos, me hicieron recordar que ya no era ayer, que todo este tiempo lo había congelado desde tu partida, tiempo que no dejé avanzar por miedo, miedo de saber que la próxima mañana al despertar ya no estarías a mi lado.
Por fin comprendí la realidad, era hora de quitarme la venda de los ojos y ver lo que era el presente, dejar de soñar con esos recuerdos del ayer, esos recuerdos nuestros que tal vez algún día fueron, era tiempo de afrontar la verdad, de dejar avanzar el reloj de nuevo.
Con esa sorpresa no pude ni siquiera decir una palabra, no me costó mucho poder aceptar que pasaron los días y encontraste a alguien tal vez mejor que yo, alguien que tuvo una respuesta a cada pregunta tuya, alguien que tal vez te saque más sonrisas que las que un día yo logré, alguien que sepa hacerte sentir amada un segundo más.
Los vi y sólo me quedó sonreír, porque a pesar de todo, mi propósito siempre fue hacerte feliz, no importa si lo eres conmigo o sin mi, tu felicidad era mi meta y ahora que la vi cumplida sólo me quedó dar la media vuelta, caminar hasta perderme en la distancia del atardecer, preparándome porque una nueva historia estaba por comenzar.
