¿Cómo podría un estadounidense criticar el ideal del sueño americano? Aunque suene un poco ilógico, este es uno de los logros del neoyorquino [[Arthur Miller]] con su consagrada obra ‘[[La muerte de un viajante]]’, ganadora del premio [[Pulitzer]] en 1949, pues en ella retrata desde una perspectiva crítica el deseo frustrado de [[Willy Loman]], un agente viajero de 63 años, de progresar en la vida.
Loman está ya tan cansado de no haber logrado sus sueños y esperanzas, por lo cual su mente empieza a jugarle malas pasadas y empieza a hablar solo, recordando algunos sucesos pasados que marcaron su vida. Luego de ser despedido y de darse cuenta de su profunda crisis económica, decide simular un accidente de automóvil para que su esposa Linda pueda cobrar el seguro. La constate soledad de su vida se refleja en que solo su familia fue su entierro.
Willy también sufre constantemente, por ejemplo, con el fracaso de sus hijos ‘Happy’ y, en especial, Biff, quien después de descubrir un secreto de su padre desvía su camino y abandona una promisoria carrera en el fútbol americano. Este y otros hechos, felices y amargos, aparecen como una especie de sueños en la realidad de Loman antes de morir y muestran sus tormentos internos.
Y ese conflicto es el que muestra el director colombiano [[Jorge Alí Triana]] con su más reciente montaje de la obra cumbre de Miller, donde logra construir de un modo excelente el ambiente de Nueva York a finales de los años 40 y traslada al espectador al mundo turbulento de Willy Loman, gracias también al trabajo realizado por el equipo de vestuario y escenografía, acompañado de un manejo adecuado del escenario.
Como diría el mismo Triana: “en el montaje está presente ante todo Miller, sicólogo, filósofo, ideólogo, testigo, acusador y partícipe de su época; lo que quiere decir Miller dramaturgo. Cita a sus personajes en la alcoba, la cocina, el bar, la oficina, en espacios donde siempre falta una pared, porque en el teatro importa tanto lo que sucede en el escenario como lo que sucede en el público”.
Sin embargo, este no es solo un logro de Triana, pues su equipo de actores consigue, en buena parte, captar la esencia de los personajes de ‘La muerte de un viajante’. Por ejemplo, Luis Fernando Montoya mete al público en la cabeza de Loman y muestra su desespero por lograr sus objetivos a costa de todo o Waldo Urrego, quien une el pasado y el presente de la obra, convirtiendo a Ben en la conciencia de su hermano.
Aunque la interpretación de las escenas de conflictos familiares es bastante fuerte, incluso violenta, y puede llegar a ser perturbadora para quien lo ve, esta representa la esencia del texto, apoyado por un trabajo de luz que resalta las interpretaciones.
Y esa esencia refleja el modo de pensar de Arthur Miller, nacido en Nueva York el 17 de octubre de 1915 y fallecido en Roxbury (Connecticut) el 10 de febrero de 2005, quien fue hijo de una familia de inmigrantes judíos polacos de clase media, que luego de la [[Gran Depresión]] perdió su próspera empresa textil, propiedad de su padre, Isadore, teniendo que dejar su residencia en Manhattan, junto a Central Park para mudarse a un modesto apartamento en Brooklyn, que después serviría como modelo de la vivienda del protagonista de ‘La muerte de un viajante’.
Fuentes
Arthur Miller. [Consulta Octubre 6 de 2008]: Wikipedia; 2008. Disponible http://es.wikipedia.org/wiki/Arthur_Miller
La muerte de un viajante. [Consulta Octubre 6 de 2008]: Wikipedia; 2008. Disponible http://es.wikipedia.org/wiki/La_muerte_de_un_viajante
MILLER, Arthur. La muerte de un viajante. En: MILLER, Arthur. Teatro. Buenos Aires: Compañía General Fabril Editora, 1964.
Programa de mano de ‘La muerte de un viajante’ del Teatro Nacional La Castellana.
