En un texto de Poemas al sentido común de Aristides Martínez Ortega podemos leer: “En aquel tiempo, los hombres cavaron la tierra / y apareció una mezcla oceánica con peces asombrados. / Extraño océano sin corales, sin moluscos, sin cangrejos, / sin algas, sin caracoles, sin nada / -sólo peces asombrados-”. En buena medida esta muestra que presentamos de arte panameño es esa mezcla de sueños forjados en el crisol de lo múltiple, de esa mirada plural que nos permite avizorar que existe más de un horizonte y de que el mundo no es único sino miríada de voces, ideas, sudores y bestiarios, compenetrados con la exuberancia de un trópico admonitivo y mágico.
Esta X MUESTRA INTERNACIONAL DE ARTE LIBRE HERNÁN HIDALGO HIDALGO 2009, presupone una cima desde la que, en pleno ascenso, concretar el esfuerzo que por estos años ha desplegado el COLEGIO UNIVERSITARIO DE CARTAGO y plantearse los nuevos retos que devienen; sobre todo con las notables transformaciones geopolíticas en que las periferias reclaman su propio protagonismo. El tener a PANAMÁ de país invitado tampoco es fortuito, es el producto no sólo de una mancomunión histórica sino de los profundos lazos vigentes que se han tejido en este periodo en que lo contemporáneo irrumpe con renovado interés y, de forma especifica, del laborar arduo de Rodrigo Muñoz Azofeifa, y su grupo de trabajo, incuestionable forjador de una visión conducente, participativa y no exenta de locura quijotesca.
PANAMÁ TIENE PECES ASOMBRADOS nos entrega la obra de 21 creadores istmeños que se plantean el arte desde una perspectiva incrustada en el laburo y la investigación, no sólo como concepto sino cual encuentro con la producción objetual. Ahora que se encubre la escuálida capacidad de concreción matérica, con injerencias apropiadas de los centros hegemónicos, es positivo encontrarnos de cara con la pintura como idea y materia en conjunción.
Acompañan a la selección curada por Muñoz Azofeifa, in situ, la producción de dos Maestros de la plástica panameña como lo son, por derecho de trayectoria y obra, EUDORO SILVERA (Chiriquí, 1917) y MARIO CALVIT (Panamá, 1933). De igual es la presencia de los trabajos de AMALIA TAPIA y ROOSEVELT DÍAZ AROSEMENA, emblemáticos demiurgos de una generación que se forjó al calor de una redefinición de lo panameño. Completan esta hornada, en cuanto al país invitado, la muestra étnica de los CUCUÁ, tintes vegetales sobre corteza de árbol, que en la región norte de Coclé desarrollan una voz propia, ancestral, que emerge con fuerza y, desde Chiriquí, las esculturas constructivas en hierro, de pequeño formato, de Manuel E. Montilla.
Este esfuerzo del CUC fue correspondido en Panamá con la colaboración entusiasta de la Fundación para las Artes Montilla e Hijos, que desde la provincia chiricana ejerce acciones tendientes a contribuir en el área mesoamericana con un desarrollo integral del arte y la cultura.
Bioy Casares inicia una de sus espléndidas narraciones anotando: “En alguna parte leí que un apretado tejido de infortunios labra la historia de los hombres, desde la primera aurora, pero a mí me agrada suponer que hubo períodos tranquilos y que por un inapelable golpe de azar me toca vivir el momento, confuso y épico, de la culminación.” Por nuestra parte nos toca abrogarnos, ingenuos, un tiempo magnífico, de realizaciones y plenitud; mientras el mundo esta en conflagración, nosotros construimos para hoy y para la aurora que se despliega en lontananza.
Manuel E. Montilla
Julio 2009 - David, Chiriquí, Panamá
