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Recuerdo la primera vez que pregunté sobre el sexo a un amigo de mi infancia. Él me miró como a un tonto, una sonrisa maliciosa cruzó por su cara, y con aire de confidente me dijo: “Es algo que uno hace con las niñas”. ¿A qué se refería? Me puse en la tarea de averiguarlo. Así que fui donde mi abuelo y le pregunté. Por toda respuesta recibí un par de correazos y la prohibición total y absoluta para hablar del tema. Entonces, me dediqué a mis juegos a la guerra, a los carritos, a coleccionar estampillas y a la pesca. Todo eso fue hace más de 25 años.

Hoy, el tema ha dejado de ser tabú. Es más, a un niño se le motiva a “explorar” su sexualidad, desde temprana edad les hablan de la reproducción sexual (cosa que ellos siguen sin entender), son bombardeados por figuras de mujeres con atributos pomposos, vistiendo lo mínimo (si es que no están desnudas), de hombres perfectos, también con atributos exageradamente soñadores, todos en posiciones seductoras. Y se les enseña a asociar la belleza y promiscuidad (entiéndase belleza comercial) con un status social no sólo aceptable, sino deseable por todos.


Recuerdo que en mi tierna infancia, cuando veía una revista que tenía por portada una mujer con los senos al aire, me sonrojaba, me turbaba. Por que esas revistas sólo se podían encontrar entre los vendedores ambulantes, semiocultas entre otras. Hoy uno ve esas revistas en lugares exclusivos, está inundado por las imágenes de las mujeres desnudas a tal punto, que las mujeres han dejado de ser un misterio para el hombre, han perdido el romanticismo que las envolvía, convirtiéndose en un pedazo de carne comercial, sin una pizca de respeto.


Las presentadoras de televisión se desnudan y, con las tetas al aire, ocupan las portadas de revistas que en otra época fueron serias, y en las que ahora prima la venta de imágenes vulgares y promiscuas, sin tener en cuenta qué tipo de público tiene acceso a ellas. Y eso, sin tocar el tema de revistas como Soho, Don Juan, etc.


Pero, ¿por qué? ¿De dónde sale esa necesidad de las programadoras de televisión serias, de las revistas de negocios, de periódicos de relevancia a hacerle pie al morbo y la perversión? Sencillo: EL MORBO VENDE. Y no les importa a quien llega esa información. Lo importante es llenarse de billetes.


Después de todo, si vemos el auge de los reality show, es lógico afirmar que el interés del público nace del morbo, de la prostitución de su mente, de la necesidad de ver el mal, tocarlo, olerlo, disfrutar del dolor de otros, de su humillación; y al mismo tiempo, llenarse de envidia cuando el ganador se llena de plata.


¿Cuál es el mejor negocio del mundo hoy?  La pornografía, hija directa  y primogénita de su madre la prostitucíón, el negocio más antiguo del planeta, y su padre el juego. Mezcle la prostitución con el juego e invite a la fiesta a su primo el alcohol y tendrá el mejor negocio del mundo.


Oh sí. ¿Qué pecado no nos enseñan los medios hoy? Ninguno. Han pasado por todos los pecados existentes y por existir, consignados en la Biblia, el Corán y un sinfín de libros sagrados más. Pero aun hay más, ya que no sólo nos los muestran, sino que nos educan a aceptarlos y, a nuestros hijos, a seguir su ejemplo.


¿Para dónde vamos? ¿Cómo podemos aceptar todo esto? ¿Cómo podemos bajar la mirada y hacernos de oídos sordos ante esta degeneración de nuestros valores?  Después no nos quejemos porque nuestros hijos e hijas sigan su ejemplo. Porque un día, cuando a escondidas de la esposa entremos a nuestro sitio de pornografía favorito, veremos a nuestra hija haciéndolo con alguien. O cuando nuestro hijo salga en la portada de Soho como el hombre que mejor “tira”. Y lo horrible es que hasta nos sintamos orgullosos de ello.


Mientras nada hagamos, no tenemos ningún derecho a reclamar. Ninguno.

 

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