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Aunque  el tiempo, inexorablemente, ha pasado,
recuerdo más que nunca tu presencia querida a mi lado.
Profundas han sido las cicatrices de tu cruel huída,
casi tanto como el surco de tus huellas en mi vida.

Traté. Por todos los medios, intenté olvidarte,
y sin embargo, agonizante te llama mi corazón amargo
que sangrante, pisoteado, lacerado y olvidado
intentó desesperadamente vencer al dolor.

Fue por eso que reconstruí mi vida, improvisé otro amor.
Te quise y te quiero ¡Sólo Dios sabe de qué manera!
Contigo éxtasis y locura, acompañando la pasión serena.
Fuimos uno solo mientras caminamos juntos,
en armonioso compás dos seres distintos.

Pero la vida...¡ah esta vida tan cruel!
separó nuestros caminos y el roce piel a piel.
Nuestros horizontes no eran los mismos,
no defendimos nuestro querer.
Ahora es ya demasiado tarde.

Solo me queda, en el ocaso de mi existencia,
recoger las hojas secas de tu presencia
mirar atrás buscando la dirección del viento
para enviarte un cálido "te quiero"...
y sepas lo que aún siento.

Elena Ortiz Muñiz

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