Hoy te encuentro frente a frente
y en tus ojos de repente
puedo ver que me imaginas desvalido
al tenerte aquí a mi lado
sin negar que te he pensado
cada vez que mis almohadas me han vencido.
Pero sé que también sueñas
y me ocultas y te empeñas
si me ves en cada esquina de tu anhelo
murmurando los acordes
que crepitan el desborde
de humedades que aceleran tus desvelos.
Y sentencias y sentencio,
con suspiros...en silencio,
si el compás de nuestra música se ausenta,
y en la cómplice sonrisa
se reaviva tan de prisa
cada brasa y cada historia que nos cuenta.
Un autónomo resabio
aproxima nuestros labios
y se puede oír la luz y ver a oscuras
al pecado más sagrado
que se asoma emancipado
a la breve sensatez de su locura.
Todo arde...nada mengua
y en el trueque de las lenguas
se adivina sin pudor la alevosía
del afán que se desliza
tras la tela que esclaviza
la ambición de devorarnos sin espías.
En tus hombros liberados
del bretel que ha claudicado
se abre paso hacia el festín de la tibieza
el frenético camino
del acierto clandestino
de asaltar tu desnudez pieza por pieza.
Devorarte...devorarte
todo el tiempo, en cualquier parte,
sin fronteras y sin reglas te saqueo
la pasión de esa delicia
que en tu pelvis acaricia
la febril virilidad de mi deseo.
Me haces tuyo, te hago mía
nos subyuga la agonía
que presagia la explosión de los latidos
que palpitan desbocados
rumbo al clímax desatado
del gemido visceral enceguecido.
El temblor de los espasmos,
sinfonía vuelta orgasmo,
fascinante y pertinaz obra de arte,
deja paso a la ternura
de ese abrazo que ya augura
mi soñar una vez más con devorarte.
Se reencontrarán los ojos,
y otra vez serán despojo
cada trazo de vestidos y martirios
y otra vez caerán las puertas
pues ya sé que a ciencia cierta
devorarte es mi obsesión... y tu delirio.