Hoy el “planeta azul” bien llamada así por los astronautas que la admiran desde el espacio sideral a la madre tierra; es nuestra casa que gira en su órbita alrededor de su estrella “el sol”; en apariencia es como una nave espacial confortable, donde viajamos todos los seres. La Tierra vive, tiene sus ciclos de salud y enfermedad, de tranquilidad y de zozobra… En su propia escala, goza y padece como lo hacemos los humanos. Estamos ante una amena y breve refutación de las falacias que la "ideología antihumana" difunde acerca de la ciencia, la economía y la política del calentamiento global.
Sea como sea, si nosotros, en nuestra pequeñez y -por qué no- en nuestra ignorancia, nos sentimos impresionados por los embates de los cometas interestelares; avistamientos de ovnis y por los incendios forestales monumentales, ¿cómo pensar que los más directamente afectados están fuera del alcance de esta proyección vital? La Tierra llora, sufre por los hombres que la ignoran y la maltratan. Expresa su llanto con cientos de síntomas que deberían ser más que suficientes para llamar nuestra atención. Pero el orgullo opaca nuestros ojos y nos ciega con la ilusión de que todo será siempre como ahora y que es el hombre quien maneja a la Naturaleza.
¿Estaremos todavía a tiempo de aprender a ver y saber hacer? Si la vida es Una, es Una para todos. Ya vendrán más adelante las tan apreciadas demostraciones. Hoy nos queda el asombro, el dolor, la impotencia, la maravilla de vivir en este infinito mundo del que apenas alcanzamos a comprender una mota de polvo y al que, por lo visto, poco podemos ayudar, por más que nuestros deseos de aliento vuelen mucho más lejos que nuestras mentes.
I
“La tierra llora” Dios lo expresa
por medio de su representante
de la iglesia el Papa Francisco;
a una sociedad demente e impía
que por egoísmo olvidó
preservarla de noche y de día.
II
Cuando “La tierra llora” el clima
recrudece por el efecto invernadero.
Las sequias e inundaciones afloran
Irascibles… su indeleble deterioro
es evidente, nadie reclama ni reacciona;
nadie hace nada por escucharla.
III
“La tierra llora” lo expresa
solariego, el grafitero en la ciudad
con pinceles y aerosoles de color.
“No permitamos que se siga
acabando con la biodiversidad;
no le causemos más dolor
a la madre naturaleza por Dios”
IV
“La tierra, es casita de todos
y todos debemos respetarla,
cuidarla y conservarla con amor;
la ambición del humano
ha arrasado todo a su paso…
Como un maldito depredador”.
V
Su mensaje de reproche, quedó escrito
en la superficie fría de un muro
áspero, para la posteridad.
El sentimiento rebelde del grafitero
quién conspiró con coraje;
¡fue asesinado! por decir la verdad.