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Fue por la culpa en un tigre que me senté a escribir nada, haciéndome la pregunta de porque nunca pienso antes de escribir algo. Claramente guiado por la respuesta a esa pregunta empecé a escribir.

Dejando la cizaña atrás, voy a empezar a contar la historia de un cuadro rojo con un perro pintado en el. Empezó con una visita inesperada y unos ojos curiosos que parecían faros en un mar perdido, buscando de que alimentarse en mis alrededores.

- Ve bacano ese cuadro rojo con un perro pintado en el, dijo el.

Me miro de nuevo y tocándome el hombro porque yo no le estaba prestando atención me volvió a preguntar.

- Que muy bacano ese cuadro tojo con el perro pintado en el. 

Felizmente yo no le respondí nada, cuando involuntariamente hablo ella.

- A mí también me parece muy bonito ese cuadro rojo con el perro pintado en el. 

Me pego un calvazo y me volvió a preguntar porque no le estaba prestando atención.

- Donde conseguiste el berraco cuadro rojo con el perro pintado en el, ya son dos veces que te preguntamos y no decís nada! 

Con una mirada de desconcertada por los gritos provenientes sin ninguna explicación le respondí.

- Que? 

- Que donde compraste el cuadro rojo con el perro pintado en el! Dijo ella con su mano derecha empuñada.

Ahora si lleno de orgullo rabia e inmadures le dije que yo lo había dibujado pocas noches atrás. 

- Dibújame un cuadro rojo con un perro pintado en el  si?  Dijo.

- Listo yo de lo dibujo. Le respondí. 

Esa misma noche me senté a dibujar el cuadro rojo con el perro pintado en el y no dibuje nada, mas bien me quede dormido. La siguiente noche se me senté dedicadamente a dibujar el cuadro rojo con el perro pintado en el y dedicadamente me envolví en mis sabanas blancas y emprendí camino a un sueño desconocido.

Un mes después con el cuadro rojo con un zorrillo pintado en el decidí ir a la misma tienda de arte donde yo había comprado el cuadro rojo con el verdadero perro pintado en el y lo compre solo por dale gusto a ella.

Se lo entregue  un mes después, y ella me pregunto que yo era un muy buen dibujante, que yo era un artista, que los cuadros eran idénticos. 

- Enserio los dibujaste vos? Pregunto.

- No me hagas repetir lo que ya te dije, eso es irritante. 

Eso fue lo primero que fluyo en mi cabeza, con lo más sincero y subliminal que yo pude haber dicho, lo más simple y frió. 

Ella puso el cuadro rojo con el perro pintado en el justo en la sala, entre dos candelabros que diariamente ella encendía, centrando la intención así cada uno de sus visitantes fijara ojos en este chandoso en un cuadro. 

Pasaron las horas, y definitivamente así paso, dos llamadas porque la primera no la conteste, dos llamadas tomaron para que me encargaran un tercer cuadro rojo con un chandoso pintado en el para un amigo que lo vio en su sala, entre esos dos candelabros iluminándolo.  Paso el tiempo y finalmente fueron cinco cuadros rojos con 5 chandosos pintados, y 20 dólares por cuadro, eso fue el precio de mi orgullo y de una mentira, ilusionado de que el perro saliera de el cuadro tojo y les mordiera la mano a todos.

Eso me paso, y no me agrado para nada, dándome cuenta que mentir no es bueno y prometiéndome que nunca lo volvería a hacer, pero si quiere le dibujo un cuadro rojo con un perro pintado en el.

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