Había una vez un gato que soñaba ser cura o ministro de alguna religión para casar ratones. Como no existen seminarios para felinos ni nada que se le parezca se colaba en la iglesia y, sinagogas y otros lugares de culto para presenciar las ceremonias de casamiento de las diferentes creencias y así se convirtió en un experto casador de ratones o, por mejor decir, un casamentero.
Con el paso del tiempo y muchos casamientos, se dio cuenta que los matrimonios humanos, no duraban mucho y terminaban en separación voluntaria o en divorcio y, como era un gato muy apegado a las normas, se enfrentó con las parejas de ratones que deseaban terminar con el vínculo matrimonial. Entonces, su instinto natural le dio la respuesta; ratones que querían acabar su relación pasaban de ser casados a cazados y se los comía sin más ni más.
Edgar Tarazona Angel