Canción, tómame prisionero con tus rutilantes melodías que me saben perfectas a comparación con las mostrencas que atreven a equiparar su nombre junto a el tuyo, llévame a nadar kilómetros bajo la superficie, hazme olvidar los millones de yerros que arrastra la herencia de la carne, retumba en mi pecho hasta que el acíbar se desbarate con tus omnipotentes simetrías, muéstrame el reflejo de todas las leyes que nos rigen y a los millones de rincones del universo que mi timorata mente solo puede aspirar a imaginar flacamente.
Calma, llévame a vivir en su piel, exime mi alma de toda pesadez y obstáculo que erróneamente he cargado durante cuantiosos años, entráñame en sus ojos, que aunque no le guste que pose mi mirada en ellos no puedo evitarlo, que me excuse por terquear pero si en mí estuviera la última palabra el pálido tinte de mi mirada jamás se llenaría con motas de su bellísimo rostro, lejos a la luz de los astros mi voluntad descansará y los rayos lumínicos penetrarán mi idea, calma, dime ahora cuántas existencias tengo que caminar para percibir su ser.
Canción, me permití tantear tus abismos y cumbres, volé leggeríssimamente a lo largo y ancho de tus acústicas y no me defraudaste, tus adagios me musitaron hasta la muerte, el descanso, el sueño, tus armaduras me dieron la bienvenida con rugidos de las más menguadas notas que he escuchado, moribundas pero aún conservan la gracia de sus tiempos imberbes, tus sextos y séptimos me mostraron tu naturaleza inocente y neutral, incorruptible y severa con los que lo merecen pues sus escasos y faltos espectros se embriagan con la banalidad de pobres melodías. Muchos fallan al intentar comprender la magnitud de tu influencia, se rinden ante el primer inconveniente y te dejan abandonada en las olvidadas artes de las cuales siempre fuiste mi favorita, otros tantos se deleitan con tu cuerpo, explotan tus características para navegar sus placeres y consentir sus oídos, sus superfluas pretensiones te adornan de fina y exquisita indumentaria la cual vistes sin pudor.
Canción, extiéndeme tu mano, muéstrame el camino a tus maneras de hacer, que años he intentado pero flaqueo ante tu inmensidad, llévame a tu mundo que siempre he añorado ver, llévame de aquí.