Del arriero de carriel y ruana
a la Medellín pujante y soñadora,
una historia de constancia pasa
del montañero al empresario paisa.
Una aguja de enormes dimensiones,
cual obelisco al cielo se levanta,
emblema y perfil de la ciudad querida,
que orgullosa de su pasado se retrata,
en el pueblito del cerro Nutibara,
Del Parque de Berrío y del Poblado
que evocan la cuna de la ciudad naciente
a raudales se esparce por el valle
la huella de la estirpe fundadora.
Marca el progreso
-sello innato de la raza paisa-
el tránsito de la carencia
a la pujanza,
y la herradura, la senda de hierro de Javier Cisneros,
el metro y las cabinas que en las comunas escalan las alturas,
en un ejemplo estampan las conquistas
de un pueblo infatigable y decidido.
¡Oh raza emprendedora y de mujeres bellas!
que abre su corazón al forastero.
Villa bohemia de artistas y poetas.
Tierra de versos y de tangos.
Urbe erudita en que la ciencia brota,
ciudad de primavera eterna,
que con su clima atrapa al visitante.
Dejas, Medellín, en mi memoria
el recuerdo de tus hitos perdurables:
San Diego, Las Palmas, La Alpujarra,
Junín, La Playa y Carabobo.
Y un cortejo de flores en agosto,
de la calle San Juan a Santa Elena.
Y en mis papilas, ansiosas de placeres,
el inigualable sabor de un plato montañero.
Más de tres centurias la historia te proclama,
y en vez de envejecer rejuveneces,
es el ímpetu juvenil, arranque de tu casta,
por el que cada amanecer más bella te levantas.
Luis María Murillo Sarmiento
* A la segunda ciudad de Colombia en sus 335 años.