La naturaleza me llama desde el recuerdo
desde la nostalgia de mi niñez
aquella que paseaba por campos verdes
bordeando un rio cristalino
a la sombra de árboles perennes
de un lugar que ya dejó de existir.
Me llama también desde el prístino cielo
renacido después de 30 años
mientras mi encierro me hace humano
junto a todos
junto al miedo.
La naturaleza me habita
porque soy uno con ella
a pesar de mi esclavitud
a la vida moderna.
Pero el encierro trae voces
testamentos escritos en nubes
miradas a la realidad que cambia
o que sueño que lo hace sin trampa.
Y cuando pase todo
mi esperanza volará triste
al encuentro de los campos verdes
de árboles perennes
de cielo prístino
de almas nuevas
y vida en bandolera.