En tu ala izquierda
tienes toda una historia que contar
y en tu ala derecha
no tienes nada, pues todo lo has dado.
Vives abrazada a mí,
pero por dentro.
Con tu siniestra apartas todo mal de mí
mientras que con tu diestra
acaricias el lado izquierdo de la vida.
Cuando me encuentro perdido
me meces en tu regazo
como barca a la deriva.
No hay quien te comprenda,
eres tan única:
compleja y sencilla a la vez.
Aunque todo da igual.
Creo que te debo la vida.
Eres mi ángel de la guarda.