Como locos remolinos
de palabras tan confusas,
pasan ráfagas difusas
con veloces torbellinos
y surge una idea que inspira
de repente a divagar
y abriendo sus alas libres
comienza a volar y volar.
El entorno allí se esgrime
y todo gira hacia una pluma,
que con negra tinta escribe
aquella poesía tan pura.
Brotan ya con gran euforia
una tras otra las frases
y van formando la historia
de inesperados finales.
Hombres, bestias y lugares.
Cuentos, leyendas, romances
de amores, horrores y enlaces
con estilo de juglares.
Un sentimiento que crece
o una simple flor marchita,
sírvenle de inspiración
y es plasmado con delicia.
Basta la simple caricia
de un ocaso de verano,
o los círculos que forma
al caer la hoja en el lago.
Tal vez el recuerdo grato
de una infantil travesura,
junto al hermano mayor
con sabiduría y dulzura.
Nace allí en el corazón
y al igual que el magma hirviente,
se desborda y se desprende
cual bella y abrupta erupcion.
Ni él mismo puede evitar
el impulso natural,
de escribir sus impresiones,
sus fantasmas o su ideal
Podría alguien detener
el lento paso del tiempo?
O impedir que sople el viento
sin sus facultades perder?
Que ciencia repara la muerte
o retrocede la vida?
Que piedra pide estar viva
y tener alma de repente?
Ciertas cosas no se cambian,
no se piden, no se pueden.
Solo matando al que escribe,
mas sus ideas no mueren...
Jorge Luís Caraballo.
Marzo,2001