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Agitado y débil, Michael entró al callejón, el corazón de aquel cuerpo latía a gran velocidad, transpiraba frío, sus músculos estaban tensionados, se dio media vuelta y sintió un hormigueo bajar por su espalda cuando el foco que iluminaba aquel sucio rincón se apagó. Se dejó caer y sin fuerzas contempló como el buscador entraba al callejón... ¿Como había sucedido todo esto? ¿Como había llegado a este punto?

Siempre había escuchado de sus iguales cosas como "Eres increíble, Michael" "Te asombras fácilmente, ¿no es así?" pero el siempre había pensado "¿Como pueden no sorprenderse?" Tantos misterios, tantos cambios y actos inesperados, tantas locuras inexplicables, los humanos eran simplemente fascinantes, extraños, sorprendentes, pero a todos los ángeles les parecían insípidos, a todos menos a Michael. Durante su etapa de entrenamiento, había estudiado profundamente a los humanos en los antiguos registros que se remontaban a la época en que todos los seres convivían en un solo mundo, las criaturas de la luz y las sombras junto a los humanos, toda esta información lo había maravillado, pero no había sido nada comparado con la primera vez que visitó el mundo de los mortales, junto a tres de sus iguales. Caminaron junto a ellos en una tarde lluviosa, curioso, Michael preguntó por que no los veían, sonriendo, Daniel uno de sus acompañantes le respondió "es por las frecuencias" No había sido muy claro para él en aquel momento, pero luego lo entendería. Les había sido asignada aquella vez una misión de acompañamiento, aunque Michael habría preferido hacer algo más cómo entrar a un restaurante o mirar las estrellas, pero la orden había sido dada y no les quedaba más que obedecer, su voluntad había sido relegada a segundo plano. Era una jovencita, su aura era de un azul claro, agradable, debían acompañarla hasta que entrara a alguna iglesia, allí habría alguien mas esperándola, algo especial debían tener preparado para ella. La esperaron afuera de su casa, Daniel, Arial y Caliel acompañaban a Michael en su primera visita al "mundo gris" como lo llamaba Arial. No pasaba mucho frente a aquel edificio, un par de auras caminaban por la calle cuando ella abrió la puerta, llevaba prisa definitivamente, Daniel se acercó a la exaltada humana, la tocó en su hombro y levemente la serenó, la ayudó a pensar mas claro y pudieron continuar sin preocuparse por un accidente de transito. Subieron junto a ella al autobús, los humanos debían movilizarse en otros objetos, a diferencia de los ángeles, no podían transportarse ni cambiar con otro de sus semejantes, y aún así, no les era imposible vivir, se las habían ingeniado para ser mas rápidos, ¿como no era eso impresionante para ellos? no habían mas que cinco almas en el bus, además de los ángeles y la muchacha cuando la misión cambio...

El autobús se detuvo en un semáforo en rojo, cuando el frío comenzó a apoderarse del entorno, los cristales empezaron a vibrar, la luz se volvió intermitente, las auras de los humanos se opacaron, algo malo estaba pasando. Caliel miró severo a Daniel, Arial se apresuró a rodear a la humana para protegerla, todos tomaron posiciones y Michael se paralizó, lo había reconocido, la baja temperatura, las auras opacas, la falla de luz, solo podían significar una cosa… Sombras…Los segundos se hicieron largos, la luz se apagó completamente, habían pasado a otro tiempo, las personas en el autobús estaban estáticas… Michael se preguntó si podrían verlos pero un gruñido lejano lo alteró, una mancha negra pasó junto al vehículo a gran velocidad, mientras se miraban entre ellos iluminados solo por sus resplandecientes presencias, los ángeles esperaron el primer movimiento, sin previo aviso, Daniel fue arrastrado hacia el fondo del autobús y su brillo se esfumó, Caliel, tomando el puesto de líder y protector, se preparó para el enfrentamiento y transformo su energía en una has de luz blanca, la sombra atacaría de nuevo.

Michael aún sorprendido se acercó a Arial, lo rodeó a él y a la muchacha, se limitó a contemplar la batalla  en la distancia, una mancha amorfa y oscura le hacia frente a Caliel, con cada golpe que este asestaba un chillido metálico escapaba de la criatura, la sombra estaba reducida a mitad del pasillo cuando Caliel reunió toda su energía para dar el golpe de gracia, el auto bus se lleno de luz que provenía de la refulgente arma angelical, el has de luz extinguió la sombra y Caliel perdió su brillo. Arial se transportó junto a su compañero y compartió con él un poco de su energía

– Ya se acabó – le dijo, la calma parecía volver, hasta que Michael les hizo notar que no era así

– Pero ¿Qué pasa con la luz? –

Las cosas aun no volvían a la normalidad, Arial y Caliel se miraron atónitos antes de ser empujados por una segunda criatura, Michael se aferró más a la humana, por primera vez estaba frente a una criatura oscura real, sentía el frío, la sombra estaba robando su energía, sintió cuando el hálito oscuro empezó a rodearlos, en su entrenamiento le habían enseñado que hacer pero no podía luchar y protegerla al mismo tiempo, su misión era clara, así que se concentró en la mortal, su energía empezaba a crear un campo de luz alrededor de ella cuando la criatura soltó un gruñido agonizante y se desvaneció… Daniel había vuelto.

Al bajar del autobús Michael estaba incrédulo, ninguno de aquellos mortales sabría jamás lo que acababa de pasar frente a ellos, nunca llegarían a imaginarse que una batalla había sido librada a solo unos pasos de sus lugares, pero se calmó al pensar que los habían protegido, una sombra habría podido ser letal para uno de esos humanos.

-          No es así – le corrigió Daniel, quien había percibido sus pensamientos – Las sombras no afectan a los humanos, no de ese modo

-          ¡Imposible! – Michael pidió una explicación, una de las sombras casi había consumido toda la energía de Caliel, dejándolo de un color gris sin brillo – ¿Cómo puede ser un mortal invulnerable?

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