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Siempre que pienso en lugares hermosos, una de las imágenes que se me vienen a la mente, es la de la ciudadela de los incas, quizás porque durante mis años de estudiar historia, leí mucho sobre las civilizaciones que han vivido y formado gran parte de Latinoamérica, me impresionaba saber que habían sido tan civilizados y tan autónomos, capaces de crear canales de agua, servicios postales, pirámides que no tiene que enviarle nada a las del viejo continente y una forma de vida tan genuina y autóctona, que estaban tan en control de la naturaleza y sus fuerzas.

Como buen argentino siempre me he fantaseado con la idea de viajar a Machu Picchu, quizás porque por las distancias y la cercanía, parece que mi mente lo veía como una meta más que alcanzable, un día del este año que termina tome coraje y después de jugar algunos pesos, decidí que lo mejor sería ir y probar de primera mano cómo se siente pararse a observar una ciudad inca.

Como todas las metas que emprendemos, sabemos que tendremos un poco de miedo al hacer un viaje tan importante, como tengo la suerte de ser muy emprendedor, inmediatamente me puse en acción y después de ordenar la ropa que debía llevar, y comprar algunas cosas necesarias para llevar, como por ejemplo un mochila preparada, alimentos, algo por la altura, empezó a pasarme por la mente que lo ideal sería llegar para el día de mi cumpleaños que casualmente fue el 29 de julio, una semana antes estaría partiendo para llegar con tiempo y poder auto regalarme un sueño, un lugar capaz de enamorarme de tal manera que quizás, pensaba uno de los mejores viajes de mi vida.

Cuando reuní todo lo necesario para viajar, me alisté, dejé mis cosas en orden, mis hijos, mi negocio y actividades más pequeñas, y partí con rumbo a Perú. Mientras me alejaba de Argentina hablaba mentalmente con Pachacutec el arquitecto de los inca, la persona responsable de hacer una maravilla en medio de las montañas, le pida en silencio que me permitiera ver su ciudad y que lo haría con el más profundo de los respetos.

Podremos decir que el viaje fue relativamente corto, quizás porque hacía dos meses atrás había viajado a Bolivia para conocer el lugar exacto donde había caído muerto Ernesto Guevara, quizás por eso fue que, en realidad, llegue más pronto de lo que pensaba.

Llegue a las 20 hs a la ciudad de Cusco, una ciudad tan maravillosa, como además histórica, mi objetivo era ir a la plaza de armas en el corazón cusqueño, me impresionó ver la cantidad de personas que había, quizás porque en general la ciudad de Machu Picchu es ideal para visitar desde junio a agosto, ya que si vas en los meses siguientes, es muy posible que llueva todos los días, y en esa época, no hay casi lluvias, razón por la cual se puede apreciar mejor, la ciudad y todos los lugares característicos de los incas.

Ese día, (Aunque era ya tarde) llegue y me dirigí al muro de los inca y los incapaces, lo había visto en una película y había pensado todo el viaje en verlo, y no concebía la idea que una civilización tan imponente hubiera sido derrotada tan fácilmente por otra cultura, claramente más deficientes e inferiores.  

Fui directamente a verlo y tocar con mis manos el muro levantado, me impresionó la iluminación que había en toda la ciudad de Cusco, dicha ciudad es un verdadero monumento viviente en medio de unas montañas tan majestuosas e imponentes.

Descansé después del largo viaje.

Ya durante el día siguiente encontré la manera de llegar a la ciudad de aguas calientes, poseedora de la maravilla del mundo.

Mientras recorría los lugares más céntricos, cientos de vendedores, se detenían en plena calle y me contaban las distintas formas de ir a la ciudad.

Había desde viajes haciendo el camino del inca, unos cuatro días por las montañas, eso sí tendríamos que tener mucho equipamiento, ya que debías dormir a la intemperie y pensar en los fríos de Cusco en época invernal ya que para julio la altura, en las noches es extremadamente fría, esos viajes no solo eran bastantes más caros, sino que era solamente para un público selecto.

Decidí que iría hasta la hidroeléctrica, un pequeño punto desde donde se podía ir caminando por las vías de ferrocarril hasta la ciudad de Aguascalientes o bien, tomar el tren que te llevaba en 20 minutos, el resultado resultaba ser el mismo.

Pensé que lo mejor sería ir en el tren quizás porque decían que se debía caminar dos horas por las vías pero que el camino no era tan sencillo, sino que casi no había calle y muchas veces tendría que caminar por las vías, cosa que a mí no me disgustaba tanto ya que durante mis años de crecimiento había ido infinidad de veces a pescar y casi siempre íbamos caminando por los durmientes de las vías, si bien en los primeros pasos no era algo sencillo, a medida que avanzaba era lo más normal del mundo, a veces jugábamos competencia de equilibrio sobre los rieles.

Una vez que me senté en algunas agencias, me di cuenta que más allá de que algunos te ofrecen algo distinto, todos tenían más o menos los mismos precios, decidí comprar un paquete en un hombre que no solo había sido muy amable, sino que además me había explicado con dibujo incluido, como debía de ser el camino y el regreso a Cusco.

Compré dos días de hotel, para disfrutar todo el día de mi cumpleaños en la ciudadela, sino tendría que a las once de la mañana regresar y eso no me simpatizaba tanto, además quería, aunque fuera un día por lo menos disfrutarlo a fondo.

Lo llamativo era que más allá que la moneda oficial del Perú son los soles, los paquetes solo se compran con dólares americanos, quizás porque la estabilidad es mejor, la verdad es que nunca entendí porque usamos la moneda de un imperio que detesta a Sudamérica entera, cosas de la vida.

Al final después de cambiar el dinero, compre el paquete, ya para disfrutar el día más tranquilo y no tener que preocuparme por nada, hacia la noche fui a un restaurante a comer ceviche, un lugar hermoso y aproveche para conectarme a wifi, ya que en Perú el teléfono no me funcionaba con la línea de Argentina y más allá de que eran de la misma compañía no funcionaban por el momento, termine durmiendo en un hermoso hostal de la ciudad, dormí pensando en que los incas y viendo un catálogo de los lugares que puedes conocer estado en la ciudad.

Al otro día empezó mi verdadero motivo por el cual me encontraba en esa ciudad majestuosa...

Continuará….

Andres Lacrosse.

 

 

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