Un día de much0s … por cierto, cada día es diferente: a veces son grises, fríos y lluviosos; durante ese tiempo hacen que estemos bajos de nota, compulsivos y con el ánimo en el piso; otros días, desde que amanece, comienzan bien, son frescos, despejados y coloridos, dan gusto, porque todo fluye, es otra energía que nos mantiene permanentemente la psiquis recargada hasta el final de la jornada, sin desfallecer.
Y, bien, a la mañana de un día gris refiero mi relato. Estaba en la oficina en mi oficio, preparando para una empresa los Estados financieros (balances), cuando el monótono zumbido de una mosca interrumpió mi concentración, al principio solo zumbaba y zumbaba sin aparecer. Y yo, escuchaba su zumbido.
Luego como por arte de magia la mosca de repente apareció, dio tres vueltas alrededor de mí, quería posarse en mi testa, en la pantalla de mi computador, en el escritorio, en fin, quería fastidiar. De inmediato la espante con una manotada de papeles… ¡Sal de mi vista! Y esta, desapareció zumbando sin dejar rastro.
–Me pregunte- ¿Mosca maldita por donde entró? Si las ventanas están cerradas.
- Sola, es un insecto de mal agüero. Y en colonia son repulsivas, se reproducen en cantidades en zonas putrefactas.
- Dicen también, que son mensajeras de desgracias.
- Al respecto. Conozco un chasco que le paso a un colega, no por culpa de una mosca, sino de muchas moscas juntas. Tenía trabajando a una hermosa joven como secretaria. Y un día se dio cuenta que, en los vidrios planos de los ventanales de su oficina, estaban invadidos por un enjambre de moscas repugnantes de varios tamaños; grandes y chiquitas dando vueltas por la fría base de los cristales transparentes. Al verlas arremolinadas, de reflejos azules, verdes y negras, abundantes como nunca se había visto, pensó que esa visión era un acto de brujería. Entonces buscó a una bruja de magia blanca para consultarle sobre “la invasión de las moscas” en la oficina. Y esta sin más ni más, le dijo que lo estaban enyerbando. – El, preguntó sorprendido – que ¿Quién? - Y ella -le respondió- que la secretaria para arruinarlo. Y así fue que sin consideración ni desparpajos corrió del trabajo a su secretaria. Lo de las moscas, no era un asunto de brujería sino más bien de higiene, algo ambiental, ya que después que la secretaria se había ido; se supo por los corrillos, que los dos habían tenido un tórrido romance y que la causa de su despido había sido porque la esposa del colega los había cogido infraganti, a los dos (ella y él) saliendo de un motel.
Las moscas en más cantidad seguían poblando los cristales de las ventanas. Y esto para él, no podía ser posible, si, supuestamente el capacho diabólico ya había sido encontrado y sacado del lugar en donde estaba encaletado en la oficina. Acto seguido, en presencia de él mismo, la bruja de cuello blanco, después de un ritual de conjuros de sanación, fueron incinerados y sus cenizas esparcidas por las aguas del rio Bogotá.
O sea, que vilmente había sido engañado y timado sin compasión por aquella sanadora. Entonces, desesperado llamo a otra curandera. Esta acudió al lugar de los hechos y solo le recomendó que desinfectara, que acudiera a un centro sanitario y solicitara el servicio de fumigación. Y así fue, quienes fueron, fumigaron el área donde estos insectos pululaban, matándolos en el acto a todos.
Pero no fue la solución, las moscas seguían y seguían llegando. Lo último que supe después, fue que, la resina con que habían pegado los cristales de los ventanales tenía una sustancia gustativa para las moscas y por eso las atraía, volviéndolas difíciles de controlar su conducta adaptativa. Por tal motivo, el susodicho personaje, mandó a quitar la pegajosa resina de las ventanas para cambiarla por otra…y santo remedio, estos bichos no volvieron aparecer.
Luego de esta mágica solución, trajo de nuevo a la oficina a su secretaria. Y, ya separado de su esposa, los dos se unieron en santas paz, para seguir viviendo a plenitud su cálido romance sin el atestiguo inmundo de las moscas.
Crean o no, el augurio de algo natural que se creía fuera un acto de sortilegio, termino en la deflagración de una historia de amor.
Por eso, yo, no creo en esas bobadas y me mantengo al margen de cualquier especulación al respecto.
-Y, menos, cuando en ese momento, inconsistencias de suma o de resta en el debe o el haber, daban como resultado que, los estados financieros de la empresa estuvieran descuadrados.
Esta crónica continuará…¡Mosca ¡con la mosca II