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Querida Caperucita:

Es necesario que sepas que cuando vayas de visita con la abuela, o a la tienda de la esquina, o salgas del Colegio, o simplemente camines por el bosque admirando las flores silvestres debes estar alerta y tener los ojos bien abiertos.

No se te ocurra distraerte, obsérvalo todo porque el lobo puede estar en cualquier parte…y no todos los lobos son malos, los hay peores. Algunos ni siquiera te dejarán tomar el camino más largo porque te someterán ahí mismo. Otros, te arrancarán hasta el último suspiro torturándote, lastimándote, dominándote; tus lágrimas lo harán sentir más poderoso y fuerte; lamento decirte que no tendrá compasión. Hay lobos muy bien parecidos, amables, cariñosos, mas no bondadosos. Un lobo siempre es un lobo y aunque te diga que lo que quiere es tener tu amor la realidad es que los lobos buscan tu cuerpo, jamás tu corazón.

Ser Caperucita no es tan fácil. Todo te señala y aun cuando pierdas la vida luchando dejarás de ser la dulce niña que llevaba pastelillos a su abuela enferma. Dirán que tú fuiste la culpable porque siendo una niña saliste sola a caminar en el bosque, porque el rojo de tu caperuza era demasiado brillante y eso estimuló al lobo, porque quizá estaba muy apretada y revelaban un cuerpo de mujer naciente que alertó sus instintos de animal, si tu caperuza estaba muy holgada tampoco era correcto porque eso alimentó su imaginación. Si le sonreíste al pasar lo provocaste, si trataste de huir lo retaste, si gritaste lo hiciste pensar que era de placer, si lloraste fue de emoción porque siempre anhelaste terminar entre las garras y fauces de un lobo feroz y rabioso.

Y si sales con vida tendrás que tener aún más valor, porque nadie te va a creer, porque serás violentada una y otra vez por las autoridades competentes que ya han declarado, incluso antes de que hayas hablado, que no hay delito que perseguir a pesar de tus moretones, de las fracturas; de tu rota, violentada y desgarrada condición de mujer. Dejarás de ser la heroína para convertirte en un número, en una gráfica, en un caso pasional aislado. La Reina de Corazones pedirá tu cabeza, las madrastras de los cuentos te señalarán, las princesas no querrán manchar su vida color de rosa escuchando tu historia –ellas no creen en los lobos porque dicen que los cuentos no se mezclan- y a algunas, esto, les ha costado la vida. Las hadas se volverán ogros y los ratones reirán y hablarán hasta quedar convertidos en serpientes.

Mi querida Caperucita, desgraciadamente te tocó nacer en el cuerpo de un personaje mujer que goza siendo libre en el bosque, que no tiene miedo de los lobos, que conversa con todo el mundo porque ama la vida y cree aún en la humanidad.

Por eso, es necesario que recuerdes que dentro de ti hay un corazón de dragón, que ser una niña no te hace necesariamente presa débil, que tu valor está en tu interior y no en las curvas de tu cuerpo, que no estás sola porque aunque no lo parezca también hay gente buena que no dudará en darte la mano. Especialmente debes saber que no todos los hombres son lobos y necesariamente malos y cobardes. También hay caballeros que salvan vidas, príncipes nobles y valientes, enanos amables que te abrirán las puertas de su casa y de su corazón, campesinos que anhelan encontrar un alma afín, reyes solitarios que sueñan con el amor. En alguna parte te espera un personaje de cuento que mire no esa caperuza roja que tantos lobos desean arrancar de tu cuerpo, sino que aprecie tu canto, el amor con el que hablas a las flores, que se interese por tus sueños y quiera tomar tu mano para que caminen juntos y nunca más quedes sola a merced del lobo.

Mientras tanto, pídele a los animalitos nobles del bosque que te acompañen cuando debas ir a buscar a la abuela. En la canasta de los panecillos lleva oculto un gas lacrimógeno, el celular encendido con el localizador activado, toma lecciones de defensa personal por las tardes, no pienses que tomar un taxi o un uber te mantendrá a salvo -los lobos también conducen- y nunca dejes que nadie te haga sentir que eres una víctima o la malvada del cuento. Eres la protagonista, la historia sucede como tú quieras que suceda, tienes ese poder. Y si escuchas el aullido del lobo y sientes que no lo podrás enfrentar: corre, corre lo más rápido que puedas, grita pidiendo ayuda para que te escuche el cazador, lucha hasta el último minuto, no te dejes someter…porque no todos los cuentos terminan con un felices para siempre, hay historias que acaban en la fría plancha de una morgue, sin nombre ni identidad.

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Evgeny Zhukov Siempre me ha gustado este cuento por el certero mensaje que da a todas las Caperucitas. Un mensaje triste, por cierto, que no debería existir. Pero es la realidad que hoy en día acompaña a todas las niñas.

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