En el principio fue el verbo. (Evangelio) San Juan.
Todas las personas que escribimos, o tratamos de meternos un poco en este cuento de la escritura, por algún motivo, siempre pensamos en ser exitosos haciéndolo. Es algo difícil llegar a ser un escritor reconocido, no digo, imposible.
Si tienes algo de suerte, y una buena historia, en tus escritos, pueda ser que lo logres. Igual, ¡hay que trabajar muy duro!, y lo principal, leer mucho, investigar mucho, escribir, escribir, escribir mucho.
Haciendo textos que salgan de tu alma y tú mente, sin pensar tanto en el lector, hacerlo por convicción, porque te gusta, lo disfrutas, y quien quita, que puedas vivir de ello algún día.
La escritura recrea nuestra vida y la de otros, emprendemos un viaje por las letras y la imaginación, donde descubrimos nuevos mundos, dejando volar la mente por momentos. Robándole un poco de tiempo a la muerte, diciendo con tinta, o en el ordenador lo que no puedo decir con mí boca.
Escribo para iluminar, y también para oscurecer, escribo algunas veces mal, para luego escribir bien. escribo, escribo, escribo. para olvidar mí vida, y vivir otra. Escribo para recuperar lo perdido.
Escribo de día y también de noche. Escribo para entender y fantasear, escribo por miedo, por valentía, porque me da energía para seguir creyendo en el mundo, en la gente, en mí.
Escribo para los que no pueden leerme, o apenas aprenden a hacerlo, para los más vulnerables, que no pueden comprar un libro.
Escribiendo.
Creo por un momento tener el poder de Dios, de crear un mundo maravilloso, también de justicia, y destrucción, manejando el mundo con mi mente y mano.