Después de seis años de una relación muy agradable, por no decir feliz, las cosas empezaron a cambiar entre ella y yo. No sé cuál de los dos fue el primero en comenzar con sarcasmos, ironías y comentarios mal intencionados contra las actividades del otro. Lo cierto es que nuestro amor, o lo que fuera, se deterioró hasta el punto en que decidimos tomar cada uno nuestro rumbo y comenzar de nuevo con otra persona.
Como seres civilizados acordamos dividir todo, de acuerdo con lo que cada uno había aportado durante el tiempo que lo nuestro duró. Hicimos un inventario de común acuerdo y decidimos que ella se fuera antes. En el contrato de arrendamiento yo figuraba como responsable del inmueble y, como aun restaba unos días pensamos que no era justo regalarlos y entregar el departamento en la fecha de vencimiento.
Ella se fue pero no me entregó sus llaves, detalle que descubrí más tarde. Yo viajé a otra ciudad para buscar alojamiento, con la relación sentimental terminada no quería permanecer ni un minuto más en esta ciudad que me llenaba de recuerdos, así que dejé pasar dos horas después de que ella sacó sus pertenencias y viajé a una ciudad cercana con la intención de regresar el día anterior al cumplimiento del contrato.
Algo me dolía, seis años de convivencia dejan rastros en el cuerpo y en el corazón, yo la quería y creo que ella me correspondía pero, había algo que nos alejaba cada día más. Nunca pensé que ella se llevara los motivos de la separación. Fue su venganza. En mi ausencia la maldita regresó y se llevó el Wi, el DVD y el TELEVISOR.
Edgar Tarazona Angel
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