Recibí la noticia de que mi madre había muerto.
Vi como mi padre se desmoronaba en llanto, vi a mi padre gritar y golpear la pared, diciendo que era su culpa el haberla “abandonado”. Traté de no llorar, tenía que ser fuerte como ella lo era, tenía que apoyar a papá.
Justo ahí llegamos donde tendrían su cuerpo, la vi en esa caja, en esa estúpida caja, fue cuando simplemente no pude ser fuerte, solté un grito de dolor y desesperación, sabiendo que no podía hacer nada por tenerla de vuelta.
Que ya no podría escuchar su voz, ni verla sentada en ese sillón que tanto le gustaba. Lloré, lloré mucho, le dije con voz quebrantaba a mi madre allí acostada:
-“Mamá, no puedo ser fuerte, perdóname, no puedo”.
Aquí hoy, me tengo con la angustia de no habernos conocido en serio, fuiste la primer mujer que de algún modo fue mi primer amor y por ahora el último.