Cualquier mañana un pequeño dios se levantó con deseos de crear un mundo junto al mar. Por esos tiempos el mar ya estaba creado. Y ese dios hizo su mundo y como era un dios bien chiquito lo construyó lentamente… granito de arena tras granito de arena… ayudándose con la espátula del alquimista sideral y, casi termina.
No acabó porque los Controladores del gran Dios Todopoderoso llegaron a revisar la obra no autorizada por el Artífice del universo y la derrumbaron.
El pequeño dios comenzó de nuevo por orden Superior y el mismo la tumbó cuando estuvo terminada. Este fue su castigo por desobediente, y así todos los días.
Hasta que se acabe el mar.