Caminaba por la calle, dejaba que la luz se refleje en su rostro
nadie podía dejar de mirar el basto brillo de sus ojos.
Dos miradas que se encontraron, dos sonrisas se dibujaron;
las almas errantes se conocieron,
se acercaron sin importar las consecuencias.
Empezó un baile tan tímido, tan dulce,
de esos que hacen imaginarse volando,
los cuales alinean el destino
mientras las estrellas los cobijan,
mientras las lunas se encienden
y acercan hacia ellas.
Veneno que involuntariamente beben
para sosegar la razón y el corazón.
Suenan cantos, suenan voces,
que arrancan de la fantasía
que abren mis ojos y ella camina
distante aún por las calles
infectándonos con la luz de su sonrisa.