Maria era una joven con una fatal obsesión: conocer el futuro. En las mañanas, cuando despertaba, lo primero que hacía era ver el horóscopo en el periódico. Luego continuaba con toda clase de consultas al oráculo: por Internet, en las cartas tarot, en la quiromancia. Dilapidaba grandes sumas de dinero en estas cosas.
Un día conoció a Madame Sicary, una famosa adivina que había llegado a la ciudad. Tenía excelentes referencias y Maria casi no pudo resistirse a la consulta. Acordaron por teléfono un día y horario.
La mística mujer vivia en una antigua casona que asemejaba a un lúgubre castillo propio de la novela de Bram Stoker, “Drácula”. Maria, muy dubitativa, toco la puerta a la hora señalada. Fue atendida por un anciano, de blanca cabellera, encorvado y con un caminar muy lento. Balbuceó algo ininteligible y luego la condujo por un pasillo muy largo que terminaba en una habitación con luz muy tenue. Maria solo se limito a observar todo a su alrededor, si bien el aterrorizaba, también le intrigaba.
Al llegar y entrar, vio a Madame Sicary sentada detrás de una mesa atiborrada de objetos extraños, todos relacionados con su profesión. Sin más, comenzó con sus predicciones para María:
- La fortuna llegará a tu vida por un evento desdichado. – Sentenció. Eso fue todo lo que dijo.
A la semana, su tía abuela murió, dejándole como única heredera de su multimillonario patrimonio. María no lo podía creer, la adivina se lo había predicho.
Fue a consultarla de nuevo; ya no le aterrorizaba tanto el lugar y casi se conducía con familiaridad. Le contó a Sicary que estaba sola, sin un amor. Madame le dijo entonces:
-No temas, esas cosas serán aplacadas. Veo un hombre muy hermoso, casi un ángel, que en la oscuridad conocerás. El, en matrimonio, se te unirá.
A los dos meses, subió a un ascensor junto a un atractivo hombre, tal como lo había descrito la vidente. El artefacto se descompuso y por unos minutos el cubículo quedo a oscuras. Luego de ese encuentro, comenzó una relación amorosa que terminó en casamiento.
Las predicciones siguieron ocurriendo y todas con gran certeza. Maria consultaba todo, a veces, lo que sucedería en las próximas horas. Se convirtió en una adicta.
Esa noche estaba muy angustiada, no podía dormir. Decidió ir con Sicary para consultarle que sucedería a la mañana siguiente. Estaba muy inquieta.
Ella le sentenció:
- Un gran evento ocurrirá. Tendrás que elegir entre dos caminos. En uno, las estrellas caen y en el otro, las flores te rodean – No dijo más.
A la mañana siguiente, muy temprano, Maria decidió caminar por la ciudad, como generalmente hacía. De repente vio un globo aerostático que sobrevolaba muy cerca de su cabeza, con anuncios publicitarios pintados sobre gigantescas estrellas plateadas. Tenía un movimiento irregular. Se estaba incendiando y su caída era inevitable, aparentemente.
Pensó automáticamente en la predicción de su adivina: ¡estrellas que caen!; no lo dudo, comenzó a correr desenfrenadamente en sentido contrario. El conductor del globo logró controlar el fuego y no cayó.
Sin saber esto, Maria se refugió en una garita de concreto muy oscura. Pensó que estaba a salvo y que había elegido el camino correcto, gracias a conocer el destino. Se sintió muy afortunada y se compadeció de quienes solo viven en la incertidumbre del futuro: ¡ Pobres diablos!.
En un giro inesperado del destino, la construcción comenzó a resquebrajarse y se desmoronó en ese preciso instante, matándola.
En su funeral, el féretro estaba rodeado de muchísimas flores.
AUTOR: Daniel Rodriguez Fabro