Después de muchos desengaños y traiciones decidió que su destino era estar solo para siempre.
Lo meditó en largas noches de insomnio desde que se acomodaba en la cama hasta el amanecer insomne.
Recordaba con deleite las horas felices con sus enamoradas y derramaba lágrimas de dolor por
los intentos amargos de hallar el ser indicado.
NO VUELVO A AMAR, gritó con la fuerza que le daba el despecho permanente, se echó la bendición.
se encomendó a todos los santos y se bebió el frasco de cianuro.