Mi buen amigo, con el que compartíamos largas horas de charlas serias o intrascendentes en medio de carcajadas o reflexiones serias, los dos solos o con otros jóvenes de nuestra edad, por lo general él siempre proponía e iniciaba las conversaciones.
En una de tantas tertulias de amigos dijo:
- ¿Qué sentirá uno al morir?
- Averígüelo, mi hermanito, contestó alguno
- Yo creo que depende de la forma en que uno muere, respondió Carlos, que era el nombre del curioso
- Si, según como uno encuentre el último segundo así debe sentir.
- No me entendieron, lo que yo quiero saber es lo que se siente ya después de que uno estira la pata.
La conversación cambió de rumbo porque no hubo un mínimo acuerdo y hablamos de fútbol.
Ya solos, Carlos y yo, volvimos sobre lo que hay más allá de la muerte y él insistió en su deseo de comprobar lo que sentía el alma después de abandonar la envoltura material.
Dos días más tarde supimos que había viajado a la costa y se había suicidado igual que Alfonsina Storni.
Edgar Tarazona Angel