El avión se elevó normalmente, cuando alcanzo la velocidad de crucero, él pudo desabrocharse su cinturón.
De inmediato la azafata le acerco una bebida refrescante con algunos aperitivos. Se desperezó en el confortable asiento. Miro a su alrededor, y se dijo “esto es vida”.
Los sonidos eran los comunes de un vuelo, el zumbido habitual de las turbinas, el murmullo de los pasajeros al hablar entre ellos, la voz del capital con sus recomendaciones obvias. Todo estaba como debía estar.
De pronto el ruido comenzó a ser estridente. Venía de afuera del avión. Pudo observar de su ventanilla que una de las turbinas se estaba incendiando. ¡Como!. No podía ser cierto. Se golpeó el rostro para comprobar que no estaba dormido, como si el dolor no pudiera sentirse en un sueño.
El capitán anunció en los altavoces que debían asegurarse los cinturones, había un aterrizaje de emergencia.
Apenas termino de decir esto cuando el avión comenzó a ir en picada. El se aterrorizó, se aferró a su asiento. No imploró a Dios ya que no era creyente. Solo pensaba en salvar su vida. El avión seguí en un descenso estrepitoso. Un bólido de varias toneladas en caída libre. No hubo ninguna alternativa, se estrelló fatalmente sin sobrevivientes.
***
De repente se encontró en un barco. Muy lujoso. No entendía porque. Que había pasado con su avión. Ahora él estaba en un camarote, muy confortable por cierto.
¡ Que pasa !, se pregunto. ¿ Donde estoy ?. Se vistió con las lujosas ropas que están en ese lugar y salió al corredor. Efectivamente, era un barco.
Caminó por la cubierta y se acerco a la popa. Hacía mucho frío. Se apoyó sobre una baranda, tratando de entender que pasaba.
De pronto el barco choca contra una montaña de hielo. Era un iceberg. Trozos de hielo seco caían sobre la cubierta. Se dirigió vehementemente a un marinero que estaba allí y le impetró, tomándolo fuertemente del cuello:
-¿Que pasa aquí ?. ¿Que fue ese choque tremendo?. ¿ Qué es esto ?.
-No se preocupe señor, el TITANIC es muy poderoso, no creo que este cubo de hielo lo afecte.
No hubo escape, en dos horas, la embarcación se hundió junto con él.
***
Se encontró tirado en el suelo, en el medio del África. Cuando recobró su conciencia, se toco su cuerpo y todo estaba en su lugar. ¡Que sucede! se pregunto. Trato de incorporarse, con mucha dificultad.
Miro hacia arriba y el sol lastimo sus ojos. Los froto con sus manos. El calor de la sabana era insoportable. Tenía mucha sed.
Caminó unos pasos y se topo con un león hambriento. No dudo que él era la presa. Iba a ser devorado por ese animal.
Después de lo que había vivido, ya no le importo, se arrodilló y extendió sus manos al suelo. El animal se acerco lentamente y luego, con feroz agresividad devoró su carne.
***
Por toda la eternidad, este hombre estaba condenado a vivir, una y otra vez la desesperación, la negación del mañana, el terror de la muerte violenta en todas sus infinitas facetas. Su nombre era Adolf Hitter.