Era uno de mis mejores amigos hasta que se cruzó un asunto de dinero. Para no alargar la historia, resulta que le serví de codeudor y, como no pagó, a mí me tocó pagar la deuda y el tipo nunca se disculpó y, hasta la señora se enfureció porque yo iba a cobrarle o lo llamaba para recordarle la deuda.
El tipo amaba sobre todas las cosas a su hija menor y hasta daría la vida por ella. Con la misma intensidad odiaba los perros y en general toda clase de mascotas. Y la niña de sus amores era mi ahijada de bautismo.
El hombre le había jurado a su mujer que por nada del mundo aceptaría un animal en su casa y menos un perro, que el día que un perro entrara en su casa, él haría la maleta y se marcharía para siempre.
El día de cumpleaños de mi querida ahijada le hice llegar con un mensajero un hermoso cachorro de pastor alemán. Hasta donde sé mi examigo no se ha ido y maldice todos los días al animalito, pero no lo saca… por amor a su hijita.
Edgar Tarazona Angel