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Muchas personas, en especial las mujeres, se preocupan de su apariencia antes de salir a la calle imaginando, por adelantado, lo que va a pensar la gente sobre su peinado, los zapatos, si los colores de su atuendo combinan, si el nudo de la corbata está bien, si el calzado está limpio. En fin, suponen con anterioridad todas las posibilidades de la opinión del público sobre su persona.

Yo tuve, y aún la tengo, fama de ser descomplicado y hasta descarado por mi manera de vestir, lo que pasa es que la moda no me preocupa, que una prenda no combine con la otra me tiene sin cuidado, de vez en cuando me olvido de afeitar, hasta se me olvida peinarme, y con esto queda dicho todo. Por supuesto, en ocasiones especiales, me someto a las normas sociales y me visto “decentemente”.

Para justificar el título del artículo les cuento que un día, por el afán de salir a cumplir una cita médica, y en la penumbra de la habitación, me puse los dos primeros zapatos que encontré tirados del piso (era soltero y como la mayoría desordenado), pasé al baño, me cepillé los dientes, me peiné y salí a la carrera. Caminé varias cuadras, subí a un bus urbano, entré a la cita con el médico que me hizo sentar para las preguntas de rigor y allí mismo me tomó la tensión arterial, el pulso y con el fonendoscopio el estado de los pulmones. Decidió que estaba bien y me despachó con una formula para reclamar acetaminofén y otro medicamento que no supe que curaba.

El resto de la mañana hice diligencias de banco (no tengo dinero, pero tenía que pedir plazo por algunas deudas) y así recorrí calles y oficinas. El asunto es que después de almorzar me senté en la banca de un parque y me miré los pies, jajajaja, me dio risa ver que un zapato no coincidía con el otro, ni siquiera en el color, uno era negro y el otro café y, hasta ese momento, nadie notó ese detalle. El resto de la tarde caminé nervioso y mirándome los pies, eso era como un imán que atraía las miradas y las risas; disimuladas unas y descaradas otras. pues decidí no mirarme y caminar como si nada. Asunto solucionado. Ahí comprendí que, si uno camina rápido y despreocupado, la gente no se detiene a mirar lo que uno se puso.

Edgar Tarazona Angel

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