Sólo me logro escarmentar con mi dulce látigo de esbeltas plumas coloridas a cada noche solo, por ignorar procurarle eso que le sobra en su diario vivir experto, que cobra en su propio respirar ánima propia lanzándose contra mi humanidad acariciandome pacifico, sólo gozo de fe, para fantasear con lo que le lanzaré en su amistoso pellejo tostado cuando me cumpla la vida con lo que le empeñé en años, tiempo en el que me llamaron amigo todos los infieles del Diablo, fieles de si mismos, a muchos, que por poco, los llamé Ángeles, a muchos, que por poco, los llamó como él merece, Amigo.