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­­­­­­­­­­­­­­­Uno siempre quiere atender a sus visitantes de la mejor manera posible,  obviamente con lo mejor posible.   También uno entiende por lo mejor posible lo que está a su alcance y en su gusto personales.  ­  Por esta razón cuando uno no puede cumplir con sus expectativas como anfitrión pasa un muy mal rato.  Pues bien, esto fue lo que me sucedió ayer; sí, pasé un muy mal rato con la extraña visita de ilustre personaje de talla mundial.

Como les contaba, yo todavía no sé cómo es que este personaje llegó con su señora a mi casa; como siempre se le ha reconocido en el mundo, muy sonriente y alegre.  Todo normal hasta que se llegó la hora del almuerzo.  Mientras yo me encargaba de charlar con mis visitantes en la sala, mi hermana estaba en la cocina preparando el almuerzo, de lo cual yo me desentendí por completo, hasta el momento de pasar a la mesa que es cuando me sucede el fiasco. 

Tarde me di cuenta  que el almuerzo a mis brillantes invitados se sirvió en la casa del frente, me llené de ira  y le pregunté a mi hermana, encargada del almuerzo:

·         Por qué se les sirvió a  ellos al frente?

·         Por protocolo, me contestó ella inmediatamente.  A  personajes tan importantes como él y su señora no se les puede servir de cualquier manera y ellos allá (al frente de mi casa), conocen el protocolo…

No me gustó mucho esta actitud pero entendí el argumento; sin embargo, cuando yo me senté a almorzar se me ocurrió una pregunta indecente que obtuvo una respuesta devastadora.

En el momento en el que yo me llevaba a la boca una cucharada de una exquisita sopa de fideos, me quedo mirando el plato del seco; era un arroz y algo que parecía zanahoria, no sé, no lo recuerdo claramente, se me ocurre preguntar a mi hermana:

·         Y usted con qué sirvió ese arroz?

·         Con huevo, me contestó ella como lo más natural del mundo, no había otra cosa…

·         Y ES QUE USTED NO SABE QUIENES SON ELLOS?, cómo les va a servir un arroz con huevo?...

·         Uno les ofrece a sus amigos lo que tiene y ya, me contestó mi hermana inocentemente, como si no conociera la talla de nuestros visitantes.   

La ira y la vergüenza usurparon totalmente mi razón.  Sin embargo, en el preciso instante del desenlace de una incalculable catástrofe, Dios se compadece de mi y viene a socorrerme de una manera tan elemental como cotidiana.

Dios tiene su estilo para hacer las cosas,  no?.  Entonces para hacerme saber que la visita del ex presidente  Barack Obama y su señora Michelle en mi casa era en otro mundo, simplemente me despertó…

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