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Aturdida por la nefasta realidad que muestra el mundo, confundida por una sociedad hostil que ama y odia en la misma medida, siento la necesidad de un poco de recreación que me brinde algún alivio… entonces me voy a pasear por Sentisemo.

Me desplazo por las calles de Sentisemo disfrutando su aire cálido que arropa y refresca, siempre a la espera de encontrar alguna vivencia nueva y edificante.  Este es un espacio con una luminosidad exclusiva y propia; posee una luz tan relajante que posibilita la visibilidad de lo invisible, aún para los ojos ciegos.

En el momento de mayor éxtasis durante mi paseo, me doy cuenta que ya es hora de regresar a esa cotidianidad que había despreciado por un rato; cruzo la calle y me doy vuelta para deshacer aquellos pasos que me llevaron allí.  De inmediato me encuentro con una letritud desordenada y desaliñada, amotinada alrededor de algo, o de alguien, no sé; la gazapera me impedía ver el centro.  Ergo, me acerco al letrerío con el ánimo de enterarme de qué es lo que sucede y qué o quién es el centro de la reunión.

A decir verdad, estuve a punto de retirarme de esta montonera al ver la evidente hostilidad con que me recibieron y que me demostraban su contundente rechazo; sin embargo, no me dejé intimidar por su enemistad, todo lo contrario, me metí en esta caterva hostil y bulliciosa hasta llegar al núcleo de la brutal aglomeración.

¡Increíble!... el centro de la desenfrenada montonera era una página en blanco.  En ese momento apareció en el púlpito la idea; luciendo una elegancia exquisita dentro de la más humilde sencillez, dirigiéndose al letrerío, ya en absoluto silencio, a través de un micrófono, dice: “queridas letras, las he convocado hoy para proponerles un concurso: que ustedes mismas se agrupen para conformar palabras que puedan ser incluidas en la construcción de una frase que toda la gente entienda y que logre unificar a todas las personas del mundo en torno al Ser Humano”… en ese momento la algarabía de la letritud ahoga por completo la voz de la idea consiguiendo que esta, la idea, se retire molesta.

En medio del desconcierto por la greguería y la vulgaridad, pude constatar cómo la envidia y el egoísmo entre las mismas letras, hicieron imposible que se llegara a dar forma a alguna palabra.  Ya ha pasado todo el tiempo.   

Ahora, vestidas de gala impecable, se dirigen a la hoja en blanco atendiendo a una nueva convocatoria… ¡corro tras ellas!  Al llegar, antes de entrar, a cada letra se le entrega una rosa blanca y de ahí se dirigen al centro de la hoja en blanco para participar de la solemne ceremonia de sepelio de la idea…

SENTISEMO es mi refugio sagrado donde puedo entender que mi vida es escaza y grandemente tan solo un batiburrillo perfecto de innumerables vidas.   Mi sueño… mi ilusión… mi fantasía… Nada real.

 

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