Lo vi llegar a lo lejos, el cielo se tornó azul grisáceo entre nubes que se revolvían como sabanas de satén infinitas formando miles, cientos de figuras en aquella cúpula de mármol azul celeste, destellando rayos en la lejanía, sonidos de bravura como gruñidos de león, imponentes reclamando su espacio en el tiempo de las estaciones.
Y así llego el invierno en la lejanía cargado de esperanza, se logra ver diferentes renglones de lluvia que se precipitan, como cortinas de agua sobre los declives de la llanura ocultando el horizonte y en otros lados se va dispersando la lluvia.
Y así llego en diminutas gotas de agua pura y cristalina, cargadas de vida, susurrantes sobre los techos de zinc, en un chinchineo constante golpea suavemente el techo, lleno de calma. Aquellas Diminutas gotas se cuelan en la ventana, gélidas gotas de agua caen y salpican sobre mi rostro.
Gotas de agua se cuelan por el techo goteando en un compás de tiempo sonoro tic, tic, tic, continuo llenando el jarrón, las gélidas brisas que trae la lluvia arrebatan al calor y dan paso a un ambiente agradable sereno y frio, estas brisas traen consigo olores lejanos de tierra húmeda y variados.
Este invierno vestirá de galas a cada recóndito lugar del paisaje de mi llano regalando verdor en toda su planicie. Toda el habitad saciara su sed borrando un recuerdo de una inclemente sequía. Dando paso a la vida y a un reverdecer envuelto en sedas maravillosas.
Aquel lugar de ensueños del pequeño riachuelo renacerá una vez más, el sol, la luna las estrellas y el enorme roble central al fondo de la ladera se admirara adornada su frondosidad de las estrellas y las luciérnagas que lo visitaran, todos ellos se volverán a reencontrar admirándose en las aguas cristalinas en el reflejo sereno del riachuelo; las garzas blancas, y el pato guiri llegara en bandadas a lavar sus plumas cargadas de polvo del viejo verano, las diminutas ranas cantaran sin cesar llenando al ambiente de múltiples variedades de sonidos.
El paisaje se adornara unas vez más, en una alfombra de flores diminutas de variados colores, esparciendo sus olores en la inmensidad de la sabana de aquella magnánima llanura.
Los pregoneros de la sabana, loros, guacamayas y alcaravanes anuncian su llegada, cientos de bandadas de golondrinas y tijeretas vuelan alegres bailando y danzando en maromas asombrosas al son de la lluvia y la llovizna.