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Mi señora tenía curiosidad por conocer la bien promocionada y alabada estación llamada PRIMAVERA. Como encontré pasajes relativamente baratos y tenemos a donde llegar pues miramos el calendario de las estaciones y coincidía con los vuelos de promoción. Dicho y hecho, programamos viaje a Washington DC y el 14 de marzo salimos a conocer la mejor estación del año según los poetas, los enamorados, los sentimentales y otras personas sin uso de razón.

Lo primero que nos recibió en el aeropuerto de Baltimore fue un hijuemadre frio que yo nunca había sentido, a pesar de haber vivido la mayor parte de mi vida en la sabana de Bogotá y con madrugadas rondando los cero grados centígrados. Eso no es nada, sentir cinco o seis grados mas abajo si es muy tenaz, y uno con una chaqueta de Bogotá, no joda, sentí como agujas en la cara y se me adormeció todo el cuerpo. Pero ya, nos recogió mi cuñado y para la casita.

Pensé que al otro día todo iba a cambiar pero que va, estuvimos con mi señora un mes y medio y la primavera no nos mostro esa cara de los poemas y tarjetas postales. Yo abría la ventana esperando ver flores y árboles verdes y pajaritos cantando y nada. Los mismos arboles desnudos y un cielo azul radiante que me llenaba de alegría. Abría la puerta y que desilusión, me recibía el frio. Un frio punzante que me devolvía al calor de la sala.

Para los que viven en países con cuatro estaciones esto es normal, pero nosotros los del trópico, en el cual hay dos estaciones que llamamos invierno y verano, que solo se distinguen por que hay lluvia o ausencia de esta y que, en los últimos tiempos se mezclan en cualquier en cualquier época del año. Esto del invierno y la primavera tiene algo de misterioso. Lo cierto es que no llegó y regresamos a Colombia desilusionados.

Debo decir que no todo fue malo. Hay una fiesta en Washington DC que es la Floración de los cerezos. 3400 árboles donados por Japón a principios del S XX florecen en el transcurso de una semana y en pocos días las flores caen y forman una hermosa alfombra. También nos sorprendió una nevada, poco común en esta capital y menos en primavera y un festival de cometas.

Pero como estábamos en un sector semi rural si pudimos ver cantidad de ardillas, urracas, zorros rojos, variedad de pájaros  y mapaches que salieron de sus madrigueras de invierno a buscar comida pero… la primavera no llegó. Dijo el poeta “La primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido”. Aquí no se sabe como ha sido que no llegó a tiempo. Los últimos tres días de estadía asomó el sol con deseos de calentar y dicen los que saben que este año no habrá primavera. Pasará el invierno a verano sin concesiones a los poetas y soñadores  y nosotros nos quedamos con las ganas de conocerla.

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