Mi religión es el Arte. Es mi descanso, mi paz, mi tranquilidad. Nadie sabe, que no seas artista, lo que se siente durante la etapa de creación, incluyendo rabia, desazón, frustraciones, desencanto, incomodidad, preocupaciones pero, al final, esa inmensa satisfacción del trabajo concluido.
No creo, sinceramente, que ningún dios me dé las sensaciones que me da la creación artística y no creo que ningún dios me de un castigo por aprovechar los dones y capacidades que me otorgo por gastar el tiempo en el quehacer del alma que me dio cuando trabajo en lugar de ir a misa que es un invento humano. Los seres humanos, para alabar a Dios, se inventaron los ritos, en las diferentes creencias, como si Él necesitara de las alabanzas humanas.
Si se lee con cuidado los Santos Evangelios, la única reunión que se puede llamar así, fue la última cena y pare de contar. Entonces, de dónde sacan el cuento de una misa cada ocho días “por obligación”.Yo pinto y escribo por amor a lo que hago y por necesidad biológica, sentimental, visceral o como sea que lo quiera Dios, el mío, el de mis sentidos y mis sentimientos. Voy a misa, de vez en cuando para darle gusto a mi mujer y ejemplo a mi hija, pero no siento la necesidad, la obligación, el deseo; no lo siento necesario o indispensable; para nada. ¿Es pecado? ¿Quién lo dice? Pecado es no leer, no escribir, no aprovechar todas las cosas hermosas que nos brinda el arte y la naturaleza; para mí, eso es pecado y, en ese sentido, la mayoría de los seres humanos de este mundo están en pecado mortal porque son muy pocos los que se deleitan de verdad con los dones de la naturaleza y las obras del quehacer artístico de otros seres como ellos que si aprovechan los dones de Dios. Desperdiciar la vida en vicios, eso sí es pecado.
Dios de todos y Dios para todo no puede juzgarme por utilizar las capacidades que me dio, si no, ¿Para qué me dotó de capacidades que otros no tienen? Cada día quiero vivir más en mi propia historia y gozar o sufrir dentro de la creatividad que nació conmigo y que viene en mi herencia genética y que seguirá conmigo durante los años que me resten de vida. Qué pena con mi mujer, mis hijos y la familia que amo; estoy seguro de seguir la senda correcta y no me salgan con curas, monjas, misioneros, predicadores, etc. Yo no me meto en su obra apostólica y no quiero que se metan en la mía. Jesús y yo somos amigos íntimos desde hace mucho tiempo y no nos cruzamos en los respectivos caminos, él no pinta ni escribe y yo no predico. El me deja hacer lo mío y yo no les estorbo a sus ministros en la evangelización de las muchedumbres. Si Él me exige otra cosa, ¿Dónde está la amistad? Jesús, amigo mío, hermano mío, primo mío, no se meta en mi vida y yo tampoco en la suya. Punto.
Estoy en mi estado ideal para crear dentro de mi producción literaria pero, se me revuelven y confunden los personajes; es el problema de trabajar varias historias al mismo tiempo; no importa, sé que puedo y ahora, con la tecnología que me obligaron, suena tan feo, o me sugirieron mis hijos, el tiempo me rinde más.
Nunca, jamás fui adepto a ninguna religión en particular y me estoy haciendo violencia personal para acompañarla a unos ritos que poco significan para mí. Toda mi vida he buscado la presencia en mi interior de un ser superior; más bien dentro de la filosofía, o el pensamiento si se prefiere y alejado de los rebaños y montoneras. Está la niña creciendo y eso me lleva a darle un ejemplo piadoso y debo pasar por los rituales católicos y aceptar los mitos culturales. ¡Qué lejanos están mis tiempos de libre pensador! Pero, no los echo de menos. No quiero que la niña sufra lo que yo sufrí y sufro (ahora menos) con el arte y la literatura: La música y los libros son mis oasis y paraísos de descanso en el trajinar de la vida; ¡cómo los amo! Aunque no quiera es posible que mi hija se meta en el mundo del arte porque muestra aptitudes y no deseo ahorrarle las espinas del camino.
El artista es un dios que, entre más bueno, más poderoso y si triunfa y es reconocido mundialmente casi todopoderoso, así no triunfe durante su vida biológica y el reconocimiento llego post mortem, como le ocurrió a mi amigo Vincent van Gogh. ¿Qué hay al otro lado? Nadie lo sabe con certeza y cualquier afirmación religiosa o filosófica es sólo una hipótesis. Yo siempre me hago muchas preguntas como ¿Por qué hay otra vida más allá de la muerte para los humanos y no para los demás seres vivos si todos somos hijos de Dios?... ¿Ah? Pregunta sin respuesta como abundan en mi cabeza y que, en alguna época de la historia cuando la gente pensaba más, ocasionaban discusiones sin fin (Recordar las discusiones bizantinas).
Todos los seres vivos que nacen, crecen, se reproducen y mueren, especialmente los del reino animal, se ubican en la misma escala biológica aunque con diferencias, como se puede suponer, igual que ocurre con individuos humanos de diferentes latitudes; pero bueno, el asunto es que nadie habla de un cielo para los cocodrilos, los burros, las serpientes y los demás seres animados que son diferentes al homo sabio; ¿Acaso no son, también, hijos de Dios? Por lo menos eso decía san Francisco de Asís y le decía hermano al lobo, o sea que lo situaba en su mismo nivel. Y le siembran a uno en la cabeza que si no está matriculado en una religión pues de patas para los profundos infiernos y uno come cuento mientras los curas, los reverendos, los pastores, los ministros de las diferentes iglesias se llenan las panzas. Alguien puede pensar que estoy hablando de más pero, lean historia, hijos míos lean, los libros enseñan todo lo que quieran.
No friegue, la vida, hasta donde está demostrado es una, única e irrepetible y hay que aprovecharla al máximo dentro de los límites de la prudencia, la legalidad y el decoro; no hablo de la moral porque son normas sociales que, por lo general, los primeros trasgresores son los que las hacen, amparados por la impunidad que les otorga su autoridad. De la otra vida no hay ninguna razón confiable y si la hubiera ya la sabríamos para no tener dudas. La madre naturaleza es sabia y madre es madre; el resto es paja, físicos excrementos, incrédulos del demonio.
Edgar Tarazona Angel
www.molinodeletras.net