- Ellas se van por el mismo lugar.
A bordo del metro, sentado en el incomodo asiento, mirando por la ventana; observas como ella se queda en la estación, recargada en un pilar, contando los minutos, los segundos y demás. Espera a alguien y no hay que se pueda remediar.
- Chicos, hoy no me voy con ustedes.
- No hay problema.
- ¿Está bien?
- Claro.
El metro no se detendrá aún si jalarás la palanca de emergencia o pidieras con todos tus anhelos y ganas; has subido y las marchas de regreso jamás existieron. Golpeas la ventana intentando llorar, mas los ojos no lloran y el corazón simplemente explota. Te encuentras en el mismo lugar.
- Mmmm. Nos vemos.
- Nos vemos.
Y en esa estación que llamaremos Jamaica porque nunca hemos de bajar de nuevo en ella. Unas manos femeninas depositan el boleto en la entrada, cruzan los torniquetes y dirigen sus pasos hacia donde no queremos que vayan.
- Mañana a las once.
- Ahí estaré.
En el vagón, caes al suelo, eres el único pasajero. Cierras los ojos, te empeñas en recordar todos aquellos días pasados cuando ella estaba contigo, cuando ella reía contigo, cuando por un momento creías que todo marchaba a la perfección. Golpeas con furia el piso, fueron tus pasos lentos o el destino no se cansa de jugar contigo.
- Ya estoy aquí.
- Lenta.
¿En qué momento sucedió?, jamás lo sabré. Los pasos y las manos que ahora toman forma detienen su camino enfrente de la chica que apreciamos, enfrente de la chica que llamaremos Elly.
- Sé que te vas a enojar, pero que es esto.
Y no lloras porque nunca entendiste sus palabras…
- Somos amigos.
Eso es todo amigo. Ella es tu amiga y tú eres su amigo.
- Por supuesto que somos amigos.
Eso es todo…