Los paseos por Sentisemo dejan algunas historias
que, en medio de fantasías, son la pura realidad;
porque aquí, toda verdad conocida tiene verdad escondida.
Por Sentisemo caminan, tomaditas de la mano,
dos seres que, aunque no vemos, entrañan la realidad;
la una por muy piadosa, la otra por bondadosa.
El hecho es que ahí van juntas, buscando a quien ayudar.
Los pobres el objetivo de su buen vociferar,
recogen entre los ricos lo que estos quieran donar
y así festejar con bulla su fantasiosa labor.
Esta mañana han llegado tantos pidiendo ayuda…
algunos a reclamar y algotros a criticar,
porque lo que nada cuesta es difícil de estimar.
Caridad y Solidaridad: los dos seres de este cuento
Se encuentran algo atareadas, preparando el alimento,
por eso no se dan cuenta, de lo que está sucediendo:
un alboroto de pobres, por fuera del aposento.
A la estación de cocina llega ahora Vanidad,
Para dar el visto bueno al exquisito manjar,
Para que sus dos aliadas lo lleven al comedor,
Para el gusto de sus pobres y el orgullo de las tres.
Esperando aquel aplauso por su generosidad
Tan solo se escuchan quejas que hieren a Vanidad.
‘Qué la carne es muy chiquita’, ‘qué el caldo quedó salado’,
Le gritan algunos pobres a la noble Caridad.
En medio del atropello, sin gratitud ni alabanza
Al fin esta se retira y más bien oculta sus lágrimas.
Solidaridad brinda el postre, que con gusto ha preparado,
Esperando algunas palmas y una que otra ovación;
Los pobres muy exigentes, gritan a todo pulmón:
‘Qué el ácido es muy amargo y el dulce quedó pazguato’… (simple)
Y así, sin palmas ni aclamaciones, ella más bien se retira,
Y escondiendo su fracaso, del mal rato sale airosa.
Las tres siguen muy junticas, tomaditas de la mano
Para continuar la danza en busca de alguna alabanza.