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Ojo con lo que digo, no es ganar las elecciones sino ganar con las elecciones, porque el que obtiene mayoría de votos asegura un cargo en el gobierno del momento y puede nombrar en puestos oficiales a quienes le ayudaron a conseguir los votos suficientes. Y mi consejo o sugerencia va para estos colaboradores y me baso en una historia real que puede ser utilizada por familias numerosas.  

Sin nombres reales cuento esto que se repetía en todas las campañas electorales a lo largo de muchos años: La familia Olmedo, por dar un apellido poco común en Colombia, compuesta por padre, madre y nueve hijos, en estas contiendas electorales se dividía en dos o tres grupos, según fuera necesario, después de analizar las posibilidades de los candidatos de acuerdo con las noticias y las encuestas y el método era como sigue:

Cada pequeño subgrupo de la familia asistía a todas las reuniones y manifestaciones públicas del candidato que les correspondía, por ejemplo, Papá y dos hijos con Pedro Palotes, Mamá y otros tres con Palomina Tontaina y los restantes cuatro con el candidato de menos posibilidades como José Goyeneche. Como es sabido todos los candidatos reparten afiches, pasacalles, pancartas y otros distintivos entre sus seguidores y estos con orgullo exhiben las gorras, cachuchas, llaveros y camisetas, y en las ventanas y paredes de su vivienda pegan carteles para demostrarle a la comunidad cuales son sus preferencias políticas.

La familia Olmedo se abstenía de mostrarle al mundo sus simpatías y guardaban todo para el futuro. Pero asistían, como ya lo dije, a las reuniones políticas y demás actividades del candidato que les correspondía a padre, madre u otros hermanos, el secreto está en hacerse visibles. Para no extenderme, si se necesitaba una segunda vuelta, la familia se dividía en dos grupos y se repetía el método de apoyo. Con acompañamiento a todas las actividades del candidato y, como siempre, los oponentes son de corrientes políticas opuestas, pues allí aparecían los Olmedo gritando consignas y agitando banderas.

Y aquí está el desenlace: el día definitivo la familia entera salía a votar y luego se encerraban a escuchar las noticias y ver los resultados por TV hasta que anunciaban el fallo definitivo, el ganador de la contienda electoral, entonces madre, padre y nueve hijos sacaban de donde los habían guardado todos los afiches y demás del elegido y empapelaban el frente de la casa y los postes cercanos, hasta se trepaban para colgar estandartes, se ponían las camisetas y las gorras y se tomaban fotos que luego harían llegar a los comités de campaña. Por supuesto, salían en el carro familiar a celebrar la victoria en la caravana del triunfador y celebraban toda la noche con los dirigentes que tuvieran más cercanos.

Y todo esto ¿Para qué? Podían demostrarles a los directivos de campaña con fotos de la casa y su asistencia a reuniones y manifestaciones. Toda la vida obtuvieron puestos y cargos importantes muy bien remunerados en todos los gobiernos porque el que gana debe recompensar a sus “fieles seguidores”. Estos malditos vivieron como zánganos de la política toda la vida hasta cuando los perdí de vista. Me cuentan que la tradición la han continuado con sus esposas e hijos y les siguen resultando porque la politiquería no cambia y si usted amigo lector tiene una familia numerosa y desempleada, ya sabe que puede hacer. Mi familia es numerosa, pero jamás hemos utilizado la política para beneficios personales. Esto de la familia Olmedo es corrupción, aunque ellos insistían que era viveza y que el vivo vive del bobo.

Yo me he limitado a contar una historia que no es consejo. Cada uno con su conciencia. Y a votar por un cambio real, NO a los vividores y corruptos de siempre.

Edgar Tarazona Angel

 

 

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