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Muchas veces me pregunto cómo nació la primera Guerra. ¿Cuál fue su causa? ¿Qué habrá motivado por primera vez a los seres humanos enfrentarse los unos a los otros, matando indiscriminadamente, hasta erradicar la simiente misma de su oponente? Y la verdad siempre el análisis lleva a una misma respuesta: el poder.

Personalmente me imagino que la primera guerra fue por el fuego. Imagínense vivir como el hombre primitivo: pasando frío, hambre, miedo por la noche, etc. De pronto alguien por accidente -o quizás no- descubre el fuego. Y hace algo más que descubrirlo: aprende a replicarlo y controlarlo. Imagínense el cambio radical de la noche a la mañana en el estilo de vida del grupo que rodeaba a ese personaje: ya no tiene frío, en las noches está relativamente protegido de un ataque de las fieras, puede cocinar su comida, ya los miembros del grupo no se enferman con tanta frecuencia (aunque no saben porque y lo atribuyen a los dioses). El fuego, además de lo anterior, les da tranquilidad y les da seguridad; les da un tiempo que antes no tenían para relajarse un poco.

En poco tiempo ese grupo debió dominar la región. Debió sobresalir sobre todas las demás pequeñas manadas que habitaban en esa misma zona. Muy seguramente el conocedor del fuego era tratado casi como un Dios por sus semejantes. Igualmente era mirado como un Dios por todas las demás manadas. ¿Y por qué no? Si su control sobre el fuego había traído todo ese bienestar y poderío a la manada que él encabezaba. Él tenía en sus manos el poder: el poder del fuego; el poder del conocimiento de crear el fuego; el poder del conocimiento para usar el fuego. En términos modernos sería el primer científico, el Albert Einstein del hombre cavernícola…

Ya me puedo imaginar la envidia que generaba esa pequeña manada en otras manadas. La desilusión con la que miraban a sus líderes los miembros de aquellas manadas que seguían pasando frío, hambre e inseguridad en las noches. Y también me imagino que muchos miembros de esas manadas preferían huir, para vincularse a la manada del “Señor que controla el fuego”. Bien podríamos llamarlo como “las primeras migraciones buscando comodidad”, tan típicas hoy en día…

Todo ello implicaba que el señor del fuego ahora tenía en sus manos un gran poder. No sólo el poder de dar seguridad, refugio y comida a su pueblo… Sino también el poder que él, como persona, tenía sobre todos ellos: ya que ellos lo trataban igual que a un Dios. Y también me puedo imaginar la sensación de superioridad que él tenía cuando miraba a los líderes de las pequeñas manadas que no tenían acceso a ese conocimiento… Bien lo dice el dicho: el conocimiento es poder, pero el poder también es el conocimiento para usarlo…

Obviamente la envidia comenzó a germinar en los corazones de esas pequeñas manadas cuyos miembros huían buscando la seguridad. Seguramente tratarían de pedir ayuda al señor del fuego, pero dudo mucho que él decidiera compartir con ellos ese conocimiento. Entonces ¿qué opciones les quedaban a estos pobres líderes? La verdad no muchas: o descubrir cómo controlar el fuego o intentar robarlo…

La guerra del Fuego - Imagen generada por Bing

Y creo que, cuando intentaron robarlo, comenzó la primera guerra. No importa quién ganó, no importa quién perdió. Lo que importa es que alguien terminó controlando en su totalidad el poder del fuego. Aquel alguien, que ganó ese primer conflicto en la historia de la humanidad, acogió bajo su manto protector a los miembros de todas las manadas que habitaban en esa región. Lo más probable es que así fue formándose el asentamiento de las primeras grandes civilizaciones.

Muy seguramente, mientras se estaba formando ese asentamiento, ese pueblo contó con un periodo de paz. Algo típico y repetitivo en la historia la humanidad, conocido como el período de entreguerras. Entre guerra y guerra el ser humano trata de sanar sus heridas y reconstruir su civilización. Durante ese período -a veces corto, a veces largo-, nace la creatividad, la inspiración, el amor y las buenas intenciones. La gente tiende a agradecer a los dioses por las victorias obtenidas y por ese período de paz; por las buenas cosechas, por la seguridad y la tranquilidad en sus hogares. Y precisamente en ese período de paz tienden a realizarse nuevos descubrimientos. Lo que equivale a un nuevo conocimiento; lo que equivale a un mayor poder…

Y ya sabemos cuál es el problema del poder: siempre genera la envidia de aquellos que no lo tienen…

Y desde esa primera guerra del fuego la historia de la humanidad ha sido una espiral de luchas por su control… Ya que quien controla el fuego controla la comida, los recursos y aumenta su bienestar a costa del bienestar de los que no tienen ese conocimiento.

Así como me pregunto ¿cómo fue la primera guerra de la humanidad? También me pregunto ¿qué le pondrá fin? Ya que, así como lo veo, desde esa primera guerra del fuego, vivimos de guerra en guerra en todo el planeta tierra, buscando controlar los recursos de otros… Buscando el poder y el conocimiento para tener superioridad sobre los otros, repitiendo el mismo error que cometió el señor del fuego: no compartir…

Creo que el día que comprendamos que tenemos derecho en igual cuantía y cantidad a los recursos que hay en este planeta, las guerras acabarán. Pero eso es una utopía irrealizable, porque el ser humano, desafortunadamente, tiene muchos defectos entre los cuales la envidia, la lujuria, la gula y demás pecados capitales son causantes del estado del mundo de hoy. Pero el principal responsable es la adicción al poder y el control sobre sus semejantes… El “síndrome del Señor del Fuego”.

La verdad es que internamente lo sabemos: quisiéramos vivir en paz, sin preocupaciones, tener bienes, seguridad, suficiente capital, techo y comida. Y poco o nada nos preocupa a costa de que o de quien obtenemos esa seguridad, siempre y cuando nosotros estemos bien. Pocas veces nos nace compartir con otros lo que ya tenemos.

Y aquellos que no tienen esas seguridades siempre tendrán envidia de aquellos que sí la tienen; lo que tarde o temprano, de nuevo, llevará a una nueva guerra del fuego.

 

Domingo, 3 de septiembre de 2023

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