Eres ambrosía asfixiándome de miedo
caudal eterno de mi devoción
cede benévolamente desmayado
entretanto susurre en tu oído
verdades que de tus ojos
pretendan calidez
Danzo en el descanso liviano
del secreto expulsado sin omisión
mísero sentimiento de dolor erudito
agrietándome en tus sonrisas
munición que acierta enmadejar el engaño
delatando tu felonía