AMOR QUE NUNCA FUE
Lo único falso entre las verdades mías
has sido tú, pero que tarde he comprendido
que lo más cierto de la falsedad que has sido
fue tu mayor y cruel verdad: tu hipocresía.
Es que la vívida epopeya de quererte
fue mi castigo más oblicuo y más preciso
hiriendo el alma subyugada por tu hechizo
tal como sólo sabe herir la propia muerte.
Fui el alambique en que fundiste tu poesía
de triste alquimia entre alegrías y tormentos,
enceguecido por el sórdido argumento
de una pasión que es tan intensa y tan vacía.
Me ha devastado tu rencor irreverente
al punto tal en el que aun siendo lo que has sido
no me conmueve tu febril dolor fingido
ni me lastima tanto tu sentir ausente.
Me duele más la soledad que te acompaña
por no saber brindar amor ni ser amada;
si he de sufrir por ya no ser no es eso nada
al ver que no haber sido nunca tanto daña.
¿No te das cuenta tonta, ingenua, engreída,
tan orgullosa en tu egoísmo haces alarde,
que cuando al fin a amar aprendas será tarde
para cambiar el triste curso de tu vida?
Ambos perdimos. Tú lo sabes. Yo lo sé.
Y has de entender alguna vez cuanto te explico:
tu pedestal yace a un costado y hecho añicos
junto a los restos de un amor que nunca fue.