Bésame,
hasta absorber el sabor amargo
que tus perversos besos en mi boca van dejando.
Bésame sin pausas ni caricias
hasta sentir el fuego de tu malicia.
Bésame con odio y con desquite
hasta ahogar el grito de deleite
que en tu pecho temeroso se resiste.
Bésame... una y otra vez,
con todo el mal que te provoco,
hasta que caigas en la trampa de tu odio...
poco a poco.
N. O., 1982.