En las noches de whisky, luces y humo, dónde las sombras bailan en la oscuridad que cambia, se alza mi alma herrante de poeta maldito, embriagado por el amor y la pasión.
Mujeres ardientes de mirada salvaje, con labios que saben a pecado y redención, amantes de la locura y la lujuria, en el teatro de la vida, protagonistas sin perdón.
Una luz de neón, que desata los deseos en un eterno Vaivén, cuerpos y suspiros, ellas son la savia que alimenta mi alma sedienta y el resto de mi ser, en este mundo cruel y doloroso, y aún así, a veces jocoso.
Amo a las mujeres, en todas sus formas y matices, con su fragilidad y esa fortaleza infinita, en esos brazos laboriosos e incansables, la promesa de unas "horas" o una vida bendita.