Tengo la mente en cuarentena
encerrada en si misma
tratando de sanarse
del virus de la complacencia.
La necesito rebelde
imaginativa y perversa
a punto del vuelo
entre mundos nuevos.
Tengo el alma en cuarentena
protegiéndose
de la mala influencia
del mundo que vive fuera.
La necesito fuerte
sana y positiva
que me llene de vida
cada momento del día.
Tengo el corazón en cuarentena
por si acaso esté delicado
casi enfermo
o propenso a la pandemia.
A la pandemia del desamor
o del amor desechable
ese que no lucha y abandona
que es moda del siglo de ahora.
Vivo en cuarentena
y la soledad me cura
del antaño,
de la nostalgia.
Quiero ser crisálida
y verme luego,
tras la cuarentena,
transformado
y empezando una vida nueva.