Los grandes mamotretos económicos
con sus íconos sagrados del dinero
Los pérfidos balances contrariados
y el culto a la avaricia consagrada, todo cae
Se desploma y desintegra
como espumas a lomo de torrentes
Pero no arrastra a los poetas
a esos envidiables guerreros del aguante
austeros y renuentes a la apuesta
Ellos solo saben de palabras que desprecian
al vocablo cuya rimase contagia,
cae y tiembla con la ruina.
Desesperan los profetas de pizarra
con pregones de augurios improbables
El pánico los engulle
como lampalagua a una culebra
Pero no degluten, esos monstruos,
ni un bocado de poeta, ni a sus jugos
No se van de boca por sus letras
para ellos ecuaciones inservibles
de extraños dividendos para el alma
Los bancos hacen agua
con sus quiebras fraudulentas
y el que amasa el pan, recibe los quebrantos
Los decretos van al centro del rescate
donde el sismo financiero hace epicentro
Pero ignoran quienes tejen esa urdimbre
la solvencia del poeta
que con dos palabras sale al cruce
y desarma de un plumazo al
contrincante que no es otro
que un sinnúmero de números
de cuño y logaritmo decadente
Conozco a un bardo trasnochado
equilibrista sin red saltando las cornisas
riendo sin cuidarse de los vértigos
mientras caen en picada
soberanos dueños del mundo
desplomados de sus cálculos fallidos.
René Bacco