Preso de mis prejuicios, no te entregue aquella flor
sabía que tú llegabas, como una estrella fugaz
No supe nunca tu nombre, ni quien te enviaba hacia mí
no pude comunicarme ni la mano te extendí
Perdón por ser tan cobarde, dulce muchacha de abril
juré guardar en un libro, la flor aunque sea marchita
Será un recuerdo imborrable, de tu pequeña visita
Si logro llegar a viejo, y mis nietos me preguntan
le explicaré con ternura, de tu manto blanco y puro
de tu mirada segura, que llenó mi corazón
fue un hermoso momento, dulce muchacha de abril