Estás en mis besos
en la humedad de mi piel,
en mis ojos taciturnos;
rondas mi bolso, mis sueños,
mis palabras y mis silencios.
Habitas la nube que pasa
la ventana que bosteza
-escupiendo el postigo-
la crema dental, la
caricia en el cabello.
A donde vaya,
donde esté,
los sitios que mire
los rostros que visite
Ahí estás Tú.
Mi amor aunque me
esclavizaras aún más,
y me encadenes a la
pata de tu cama, nunca
nunca estarías seguro,
complacido con mi
devoto amor.
Porque Tu
insaciable neurótico
ególatra atormentado
amas solo el altar
de ti mismo
que edificas y
proyectas en tu
amante de turno.
Namid A
(Abril 15 de 2.009)