Son las dos de la mañana
Y durante las últimas semanas
A la misma hora
Y en la misma esquina
Un hombre-pájaro
Se levanta sobre el suelo
Y toma asiento
Sobre el primer tejado que ve
Me dicen que lleva 150 años ahí
En esa misma esquina
Siendo el testigo silente
De todo lo que ve...
De las peleas conyugales
Las infidelidades
El visitante fiel que todas las noches
Llega orondo a las doce
Y se marcha a hurtadillas
Antes de las cinco
La quinceañera que salta su ventana
Después que ve apagar
La luz de la alcoba de sus padres
Y huye presurosa
En una moto de alto cilindraje
Que cumplidamente la recoge
Siempre a la misma hora
El funcionario alcohólico
Que se emborracha a expensas
Del erario público
Y trastabilla toda la cuadra
Antes de llamar presuroso
En la puerta de su casa
También recuerda haber visto
El crimen pasional
De dos homosexuales
Hace tres años.
Al hombre-pájaro nada se le escapa
Sólo el sabe
La otra historia
La pecaminosa
La que todos quieren saber
Pero nadie se atreve a preguntar.