El ruido apagado de mis pies descalzos
La cuesta pesada me jala la carga
Que hunde sus puntas aquí en mis espaldas
Mi paso comienza al albear el día
Detrás de mi huella, la mujer, los hijos
Que irán por la senda haciendo camino
Atrás ha quedado la choza vacía
Llevaré mi carga al pueblo cercano
Del grano dorado con amor plantado
Calmarán mis hijos un poco su hambre
Mis viejas espaldas llorarán su sangre
Tornará mi paso a desandar la senda
La carga ligera, azúcar, jabón, y unos trapos
La rueda girando en torno a la vida
Hallará a mis hijos por la misma senda
Truecando su sangre, su vida, ¡Por unos harapos
El círculo eterno de honda miseria
Buscando el sustento, el pan cotidiano
Pagando con sangre el fruto a la tierra
Trazando los surcos, ¡Con uñas y manos!