Ataviada de amaneceres
dormida entre silencios
con la sonrisa en los labios
y cabello en torbellino.
Brisa tibia de tu aliento
que vuela sutil por el lecho
mientras tu piel saluda
al sol que va naciendo.
Te miro embelesado
volando sobre tu imagen
acariciando con mis ojos
cada detalle de tus sueños.
Estiro mis manos
y las yemas de mis dedos
navegan tu perfil
que se queda quieto.
El día llega impetuoso
con el sol a borbotones
tus sueños se disipan
y yo me desvanezco.
Mas en mi última mirada
distingo tus ojos
y son ellos el reflejo
de la paz de tus momentos.
Volveré con el amanecer,
en el fugaz momento
de la huida de la noche
y del preámbulo del día.